Por BÁRBARA LEJTIK
Más de 10 meses han pasado de aquel fatídico 19-S en que la Ciudad de México sintiera el suelo partirse bajo sus pies, desde sus cimientos, muchos edificios lo soportaron, muchos no, las cicatrices están por todos lados, también en Coyoacán tuvimos fracturas.
El edificio de la calle de Xicoténcatl con Allende, en pleno centro de la delegación, sobre una sucursal de HSBC, cinco pisos de departamentos quedaron fuertemente heridos, poco sé de la historia de ese edificio, alguna vez realicé un trámite en la sucursal, solo puedo decir que desde que vivo aquí he pasado frente a él por lo menos una vez al día, de hecho toda la gente que visita el centro de Coyoacán caminó alguna vez en su banqueta buscando la sombra del árbol que estaba en la esquina, no es que fuera muy interesante su construcción, solo puedo decir que las ventanas siempre estaban abiertas para dejar entrar el aire a sus habitaciones y que las cortinas y las flores en los balcones le daban un estilo muy pintoresco, como si pudiera asegurar que solo gente buena vivía allí.
Las luces de las lámparas del Banco estuvieron prendidas como tres meses, hasta que se fundieron los focos supongo, la estructura estaba fuertemente dañada, era prácticamente como una fractura expuesta, las varillas se salían de las columnas y si pasabas en silencio lo podías escuchar crujir, muchos días estuvieron los condóminos afuera, haciendo guardia, esperando poder entrar por sus cosas, pero era demasiado peligroso, tanto, que la gente se resignó a dejar parte de sus vidas ahí, a la espera de que todo se viniera abajo de un momento a otro.
Estuvo acordonado todo este tiempo y en la puerta del zaguán había un letrero que decía: “No tomes fotos, respeta nuestro dolor”. Los meses pasaron y como muchos otros edificios de la ciudad fue perdiendo protagonismo, otras noticias se sobrepusieron a la urgencia de darle rapidez al trámite de estos edificios hijos de nadie que si bien ya no eran habitables tampoco estorbaban ni servían para nada a nadie.
Muchos denunciamos sobre el peligro inminente de que no se atendiera el llamado de los vecinos y la delegación que con mantas solicitaba prontitud a la demolición del inmueble, me imagino que era un poco como ver un herido a medio morir en medio del camino sin que nadie supiera qué hacer.
Hoy pasé, por fin le tocó su turno, están patrullas, los bomberos, protección civil y dos calles acordonadas a la redonda, casi como si hubiera temblado ayer, también están los vecinos y los propietarios de las cosas que aun están adentro, tal vez tienen la esperanza de rescatar parte de su vida, de sus recuerdos, de lo que alguna vez fue suyo.
Tal vez de los escombros puedan rescatar un pedazo de su pasado.
Seguramente el gobierno ya tiene planes para esta esquina, algunos lo recordaremos después de los años, tal vez mis hijos gusten de la crónica igual que yo y les cuenten a nuevas generaciones sobre el edificio de departamentos con lotes y cortinas blancas que durante muchísimos años vivió en esa esquina.
Bárbara Lejtik. Licenciada en Ciencias de la Comunicación, queretana naturalizada en Coyoacán. Me gusta expresar mis puntos de vista desde mi posición como mujer, empresaria, madre y ciudadana de a pie. @barlejtik