Por ADRIANA LUNA
Ana Patricia, como muchas niñas mexicanas que viven en población rural, abandonó sus estudios para quedarse en casa y cuidar a los hermanitos; mientras su madre, a causa de la pobreza, tenía que trabajar ordeñando vacas y otras labores agrícolas. Siguiendo la costumbre de la región, también se casó muy joven, a los 16 años, y fue entonces que dejó Michoacán para vivir en un municipio vecino, Tizapán El Alto, Jalisco, población colindante al Lago de Chapala.
Pronto parió cuatro hijos.Pero, comenzó a nacer en su corazón, un ardiente deseo por cambiar el destino de sus vástagos. En la zona, casi la mitad de los adolescentes migran a distintas ciudades de México, pero especialmente a Estados Unidos. Patricia se decidió a retomar sus estudios, inspirarlos y cambiar su vida. Como no tenía donde dejar a sus hijos, se los llevaba a clases a la Casa Universitaria Tizapán.
Han transcurrido tres años, Patricia terminó su Primaria y Secundaria, ahora cursa el Bachillerato virtual en la Universidad de Guadalajara. Una sensación de orgullo transmiten sus grandes ojos verdes. Sus hijas adolescentes estudian violín, computación y aprenden a cultivar vegetales en invernaderos: jitomate, lechuga, cebolla, hongos, lombricultura y algas.
Investigadores del Centro Universitario de Ciencias Biológicas y Agropecuarias (CUCBA) les enseñan técnicas básicas de producción agrícola. En la región han surgido cooperativas que se han vuelto exportadoras, por ejemplo, con la producción artesanal de alga espirulina, un súper alimento que contiene 23 aminoácidos que evita la anemia.
Tizapán es solo una de las 44 Casas Universitarias que opera la UdeG; es la apuesta para cambiar el destino de cientos de familias que sufren el embate de la pobreza, deserción escolar, crimen organizado y migración.
Irónicamente la educación virtual les enseña a esta población, antes condenada a la pobreza, un mundo de conocimiento mientras germina el amor a su tierra, herramientas que les permiten quedarse en su lugar de origen y heredar a sus hijos, la esperanza de un México diferente.
Finalmente, las grandes revoluciones que transforman generaciones, comienzan en el campo y las alimentan sus mujeres.
@adrianalunacruz