POR GILDA MELGAR
La CDMX tiene infinidad de rincones para comer y beber a gusto. Muchos están incluidos en las listas de los mejores. Otros se sitúan en las zonas más turísticas. Sin embargo, la mayoría son sólo el sitio favorito de un barrio, el lugar de culto de una comunidad o el secreto mejor guardado de una colonia popular.
Todos son un lugar donde ser y estar feliz… Un rincón de encanto
Las vacaciones de verano –oficialmente inauguradas este día– me hacen ilusión aunque no tenga un plan de viaje o de distracción específica, pues el solo hecho de disfrutar de la ciudad con menos tráfico y caos me trae paz.
Platicando hace poco con un pariente que vive fuera le comenté que, si viene a la CDMX, con gusto le llevo a los lugares más emblemáticos. Por mi mente pasó una idea de recorrido, que la verdad me pareció demasiado trillado, como de agencia de viajes a la antigua.
Resolví que no debía mostrarle sólo la cara cosmopolita o de “estampa” de la ciudad. Tampoco ofrecerle únicamente experiencias “imperdibles”, como la visita al mirador de la Torre Mayor o el recorrido por los murales de Orozco, Rivera y Tamayo en Bellas Artes, sino también mostrarle otros sitios o rincones de encanto que, si bien no aparecen en las guías de viaje, dan cuenta de una ciudad con historia, diversa e incluyente.
¿Qué tal si le llevo a desayunar a la Central de Abasto, el megamercado de la ciudad, ahora intervenido con 16 murales de artistas de todo el mundo gracias a un proyecto urbano avalado por la ONU? Y no hablo del turismo hipster, sino de llevar al viajero a una experiencia cotidiana y común en la que no hay necesariamente un escenario para “selfies”.
Por supuesto que hay sitios megaturísticos que son imperdibles de la CDMX. Por ejemplo, para mostrarle el legado prehispánico le llevaría al Templo Mayor y al Museo de Antropología. Y también le haría admirar la colección de arte mesoamericano del Soumaya, con su curaduría de primer mundo y arquitectura vanguardista, quiera ahí una “selfie” o no.
Para mostrarle en una sola calle al México colonial, independiente, porfiriano y contemporáneo, vibrante e incluyente, empezaría por desayunar un chocolate caliente con su bisquet en la cafetería Trevi, a un costado la Alameda Central –el parque más antiguo de América Latina–, para luego entrar al Museo Memoria y Tolerancia. Después caminaríamos sobre la calle de Madero hacia el Zócalo –por la que atraviesan cada día alrededor de 350 mil personas–, parando por un trago en el bar del Sanborns de los Azulejos y entrar después a admirar el atrio bañado en oro del Ex Convento de San Francisco.
Por la tarde visitaríamos el Museo del Estanquillo de Monsiváis, la librería Gandhi. La comida tendría que ser en la Terraza del Gran Hotel de la Ciudad de México, con su arquitectura art noveau y sus vitrales Tiffany.
Para observar al México ecléctico, vanguardista o alternativo, le pasearía por la Roma y la Condesa con sus propuestas de tendencia en arte, diseño y gastronomía. Además del Parque España y el Jardín Pushkin, le llevaría al MODO (Museo del Objeto del Objeto), que ahora mismo presenta una exposición de propaganda electoral desde los tiempos de Madero. E incluiría a la Nueva Santa María con su Kiosko Morisco y fondas como la Chilakillers. Desde el año pasado esa colonia cuenta con su “Mercado Morisco”, el mismo concepto gastronómico de la Roma, San Ángel y Coyoacán. Por la zona se encuentra el ya famoso “Microteatro México”, en el que se representan propuestas teatrales de 15 minutos a precios accesibles.
Para el México cultural y hippie chic, obviamente iríamos a San Ángel y Coyoacán con sus mercados, fondas, bazares y museos. Y no sólo le llevaría al Museo Casa Azul de Frida y sus interminables filas, también al Museo de Culturas Populares, después de desayunar en el popular Tres Coyotes o tomar un matcha latte en el sibarita Ruta de la Seda.
Faltan Ciudad Universitaria y las zonas de Polanco, Chapultepec, Zona Rosa, Paseo de la Reforma, Lomas y anexas. Claro que eso es el México “bonito” que todos queremos mostrar; sin embargo, cada uno de nosotros podría enseñar al extranjero otros recorridos alternos, de acuerdo con su zona y ambiente para dar cuenta de que la CDMX es un destino internacional de encuentro para el arte, la cultura y la educación, el deporte, la medicina, el mundo empresarial, asuntos religiosos y gastronomía que anualmente recibe a cerca de 10 millones de turistas nacionales y extranjeros.
Con la visita de mi pariente o no, ya tengo una lista de 10 sitios chic y alternativos que aún no conozco y que serán parte de mi aventura de verano CDMX.
Gilda Melgar. Diplomada en Pastelería y Panadería. Está siempre en busca del gozo culinario. Pone el ojo y el diente en nuevas propuestas para disfrutar y compartir su saber a través de los placeres de la mesa. A través de la literatura y del cine, evoca sensaciones y memorias gastronómicas que liga con sus recomendaciones.