El sábado pasado el Doctor y yo consideramos una buena idea ir a bailar a una cantina que nos trae gratos recuerdos, a un costado del Monumento a la Revolución está no solo esa, varias cantinas y restaurantes con ambiente familiar que ofrecen excelente música y deliciosa comida para quien quiera atravesar sus puertas y trasladarse a la dimensión conocida por la gente que festeja por festejar, que baila sin pena, que reserva su mejor ropa y destina buena parte de su quincena para ir en familia o con amigos, o como nosotros en pareja a convivir, igual que la mayoría no celebrábamos nada, igual que la mayoría al segundo tequila y después de la primera ronda de botana practicábamos nuestros mejores pasos de baile afortunados y conscientes de que una orquesta de prodigiosos músicos nos marcaba el compás.
Quien no haya ido nunca a una cantina probablemente no entienda muy bien esto de la dimensión desconocida, pero es que de verdad pareciera que cuando atraviesas esas típicas puertitas de rendijas de madera te trasladarás a otro universo, la vida sigue pasando afuera tal como la dejaste, no cambia en nada, eres tú quien se transporta a otra realidad, la realidad de la gente que adora convivir y bailar, que olvida sus problemas y todo lo malo que pudo haber tenido la semana tomándose un trago con amigos y bailando al ritmo de “Los Ángeles Azules”, una realidad en la que no hay diferencias de clase ni de educación, todos comemos lo mismo y todos reímos sinceramente, incluso los meseros y cantineros se ven contentos, la pasan bien, ¿Quién no prefiere trabajar con buena música y gente festiva?, ¿Qué decir de los músicos? Si de eso va su vida, de hacer sonar sus instrumentos y contagiarnos de su ritmo, lograr que los comensales se olviden por un ratito de todo lo demás, practicar la profesión que seguramente les enseñaron sus padres y ganarse un dinero por eso.
La decoración rosa con espejos, los vasos jaiboleros y la deliciosa botana hacen el resto, sin dar una mención aparte al baño de mujeres, en donde una amable y sabia señora facilita a cambio de una aportación voluntaria: perfume, spray para el pelo, rubor y labial a las mujeres que van cada dos o tres rondas. El baño de hombres no tengo la fortuna de conocerlo pero seguro tendrá sus particularidades también.
Fuera del recinto, el Monumento a la Revolución se erguía majestuoso como siempre, ignorante de la lluvia, las marchas y los preparativos para los eventos proselitistas de las campañas electorales, ojalá que quienes descansan en este arco solemne ya estén un lugar mejor y no presencien todo lo que en nombre de la historia, la revolución y la democracia hacemos sus tataranietos.
El domingo México le ganó a Alemania, quisiera decir que no soy el tipo de persona que se enajena con el fútbol pero afortunadamente si lo soy, los mexicanos tenemos esta semana un tema en común que no nos confronta por el contrario nos acerca, el domingo fuimos todos compatriotas de nuevo, no sabemos qué pase este sábado pero las cantinas del centro de la ciudad estarán siempre esperándonos sin prejuicios ni distinciones, la música y el ambiente incondicional nos darán un refugio al día siguiente y al siguiente y al siguiente.
Bárbara Lejtik. Licenciada en Ciencias de la Comunicación, queretana naturalizada en Coyoacán. Me gusta expresar mis puntos de vista desde mi posición como mujer, empresaria, madre y ciudadana de a pie. @barlejtik