Los debates no definen un ganador o un perdedor en una elección, pero si los muestran tal como son, ignorantes, evasivos, astutos, elocuentes, sencillos, preparados y hasta ocurrentes.
Ahora que hay la posibilidad de ver a distintos candidatos en debates, es increíble comprobar la falta de conocimientos en diversos temas, pero lo más preocupante es que sea en los temas que más preocupan a la sociedad.
Hace unos días circuló en las redes un video del debate para la alcaldía de Ciénega de Flores, Nuevo León, en el que la candidata perredista, Mireya Ornelas García mostró su falta de preparación para el cargo.
Es motivo de hilaridad, sin duda, pero también preocupación, por el nivel de candidatos que han sido postulados, no solo por el PRD, sino por todos los partidos políticos.
El hartazgo de los mexicanos es mucho y también el desprestigio de los políticos, pero la decisión de apostar por personajes ajenos a la política, o sin la mínima preparación tiene altos costos. Esa película ya la vimos.
El primer debate presidencial en nuestro país fue en 1994. Ernesto Zedillo del PRI, Diego Fernández de Cevallos del PAN y Cuauhtémoc Cárdenas del PRD, fueron los protagonistas. El resto de los candidatos no fueron convocados al ejercicio “democrático”, solo los tres principales partidos políticos. La opinión pública vio ganar el debate al “Jefe” Diego, que a la postre perdió las elecciones.
Los formatos de debate han cambiado para bien de los mexicanos. Dejaron de ser acartonados, muy estudiados y aburridos. Es un buen inicio, que podría pulirse en los siguientes años.
Viene a cuenta destacar y reconocer la iniciativa de COPARMEX y más de 100 organizaciones de la sociedad civil que convocaron al “Debate Ciudadano”, en diversas entidades de México.
Con un formato inédito donde se privilegia el diálogo con los ciudadanos, con expertos en temas que interesan a la población y donde se contestan las preguntas de los usuarios de las redes sociales.
Son 21 debates ciudadanos, de candidatos a diferentes puestos de elección popular, gobernador, presidentes municipales, senadores y diputados y a la Presidencia de la República.
He seguido de cerca los primeros ocho. Un ejercicio democrático que ha permitido contrastar las propuestas, donde se ha exigido explicar los cómos a los candidatos y pocos han podido hacerlo.
La inseguridad ha sido el gran tema de todos los debates.
Un flagelo que junto con la corrupción son los que más preocupan a los ciudadanos y que pocas soluciones han ofrecido los candidatos.
Celebro este ejercicio y por supuesto la asistencia de los candidatos. Son debates de ciudadanos para ciudadanos. Hasta hoy solo dos candidatos han decidido no asistir. En Morelos, el Candidato de la Alianza, Morena, PT y MC, Cuauhtémoc Blanco y en Jalisco, Carlos Lomelí Bolaños, también de la misma coalición. Sus razones tendrán.
Bienvenidos sean los debates, esos que nos permiten conocer carencias y virtudes, pero lamentablemente también, la falta de seriedad de algunos candidatos y de quienes los postulan.
Los votantes tenemos esa ventana para tomar una decisión.
La elección que tomemos será nuestra responsabilidad, no de los candidatos.