Sabemos que la legislación electoral establece la obligación del INE de llevar a cabo por lo menos dos debates para la elección presidencial. De acuerdo a sus atribuciones, aprobó celebrar tres.
Uno ya sucedió, y como se adelantó la semana pasada no hubo nada sorprendente. Inclusive las mediciones que sucedieron los días posteriores fijaron a los aspirantes en los lugares que ya tenían. El primero, segundo y tercer lugar no modificaron. Entre el 1 y el 3 se hizo más evidente la distancia. Y el segundo se acercó al primero, pero no al grado que signifique un posible cambio de lugares.
Los días que sucedieron al domingo del debate, solo se habló de quien ganó, quien se mantuvo y quien perdió, supuestamente. Sin embargo, también hubo oportunidad para criticar el formato implementado por el INE, que no permitió el lucimiento de los candidatos y la candidata. Es más, confieso que se quedó más en mi reflexión el desempeño de los moderadores.
Entonces, el INE no anotó ningún punto, el formato intentado no permitió que los electores obtuviéramos las propuestas de quienes aspiran a conducir el país. Los minutos transcurrían muy rápido y no permitían que las ideas para cambiar este país fluyeran, por lo menos de forma concreta. Las palabras eran o para atacar al adversario o para intentar explicar que las acusaciones no eran ciertas.
Por otro lado, en esta misma semana de agitación postdebate, dos instituciones privadas de educación superior le ganan al arbitro electoral anotándose un punto, por sus propuestas de gran impacto en el proceso electoral.
El Tec de Monterrey realizó durante dos días encuentros en los que la candidata y candidatos, tuvieron el mismo escenario, un público homogéneo, no en la misma proporción pues su asistencia fue un acto de voluntad de los jóvenes, que en su gran mayoría será la primera ocasión que votan por Presidente de la República. Un formato similar, en el que, con tiempo libre se permitió la exposición de las ideas y después la ronda de preguntas directas y respuestas.
Por otro lado, la Ibero, en donde hace seis años nació la esperanza de que los jóvenes no son apáticos a los asuntos públicos y cívicos del país, anunció su propio programa de resultados el día de la jornada electoral, mediante una app como observatorio que permita tener en tiempo real los resultados de cada casilla instalada, tomando una fotografía a la sabana de resultados.
Ambas propuestas de las instituciones privadas acercan al electorado a la anhelada equidad y transparencia que no han podido ofrecer a la ciudadanía las instituciones electorales: ya sea el INE o el Tribunal Electoral.
Sin embargo, el hecho de que sean instituciones ajenas a aquella que tiene la obligación de dotar de esa certeza al proceso electoral, nos obliga a la reflexión de que alguien no está haciendo bien su trabajo o función.
Una función que a este país y a todos nosotros nos cuesta muchos recursos económicos, ya que en el año electoral al INE se le asignan mayores cantidades para que solvente el desarrollo del acto democrático.
Entonces, si las universidades privadas con sus propios recursos humanos (sus alumnos y profesores) y económicos realizan las funciones que le competen a la autoridad electoral nos hace pensar que quizá esa institución que está cerca de cumplir los 30 años de existencia (antes IFE después INE en 2014) no debiera disponer de tantos recursos y tampoco es justificable la gran estructura que dispone.
Porque hablando en plata, no importaría el monto de los recursos asignados y gastados si los electores nos despertáramos al día siguiente de la jornada electoral con un buen sabor de boca por haber tenido una gran fiesta cívica.
Por el contrario, para asegurar que no haya un fraude o para tener información más allá de la que la autoridad electoral nos quiera dosificar es que nace el esfuerzo de las instituciones educativas, y eso no está bien.
No por el ejercicio de las universidades, sino por el hecho de que alguien debe salir y hacer algo distinto para que la ciudadanía recobre la confianza en la elecciones. Y esa tarea debe ser, si o si del INE, pero sucede que no lo hace o por lo menos sus acciones no generan esa tranquilidad en el elector.
De ahí que, transcurrido el primer tercio de las campañas por la Presidencia de la República, el marcador está INE 0; Instituciones Educativas 1.
Sandra Vivanco Morales. Twitter: @SandraVivanco13 | Facebook: Sandra Vivanco Morales | Web: https://sandravivanco.wordpress.com