Esta práctica surgió en Estados Unidos en los años 70, a partir de una idea casi romántica. Ante la imposibilidad de algunas parejas por concebir un hijo, surgió la alternativa de hacerlo a través de otra mujer.
Durante nueve meses, esa persona llevaría el hijo concebido de manera artificial y permitiría, a cambio de una compensación económica, realizar el sueño de convertir en madre a quien por alguna razón no podía.
El problema es que, con el paso de los años, este concepto quedó superado y se mercantilizó. Hoy, en muchos países subdesarrollados, se ha convertido en un lucrativo negocio del que nuestro país no se escapa.
Parejas de países con alto poder adquisitivo son quienes con mayor frecuencia recurren a la maternidad subrogada, a pesar de que el Parlamento Europeo, en noviembre de 2015, se pronunció de manera enérgica en su contra.
“Se condena la práctica de la subrogación que vulnera la dignidad humana de la mujer, ya que su cuerpo y sus funciones reproductivas son usadas como una mercancía”.
Ese órgano consideró que la gestación subrogada implica la explotación reproductiva y el uso del cuerpo humano con fines de lucro, especialmente en mujeres vulnerables de países en desarrollo.
Alemania, Francia, Italia, Austria, Finlandia, España y Suiza la prohíben de manera expresa. Sin embargo, es ellos donde operan agencias, despachos de abogados y clínicas que hacen del alquiler de vientres un mercado internacional.
De hecho, se convierte en una moderna forma de trata de personas ya que esas “empresas” enganchan a mujeres en situación de vulnerabilidad o en economía precaria para gestar al hijo, sin que se les brinde algún tipo de servicio de salud o se les garanticen sus derechos.
Buena parte de esas “empresas” son fraudulentas. En Cancún, Quintana Roo, por ejemplo, se detectaron clínicas que cobraban cerca de 300 mil pesos para luego dejar en el abandono a los solicitantes y a las mujeres embarazadas.
No hay forma de determinar la magnitud de fenómeno ya que se trata de un negocio clandestino, aunque existen algunas estadísticas que pueden arrojar cierta luz. En Tabasco, una organización de la sociedad civil realizó una investigación que detectó mil 297 actas de nacimiento de niños que fueron entregados a padres extranjeros en los últimos cuatro años.
Actualmente, sólo los estados de Tabasco y Sinaloa cuentan con leyes que permiten la maternidad subrogada. Aunque, en los hechos, se tienen indicios de que en Campeche, Chiapas, Oaxaca y Veracruz, también se realiza.
Ante la falta de un diagnóstico más o menos certero, nadie sabe qué pasa con esos niños, a dónde van a dar, cuántos son y si están en manos de quienes pueden garantizarles un sano desarrollo.
Las mujeres son usadas como pies de cría y son víctimas, con frecuencia, de violencia, fraudes, engaños. Pero el drama no se detiene ahí. Los pequeños que nacen en esta circunstancia enfrentan desde su nacimiento el riesgo de no ser bienvenidos.
La “no satisfacción del servicio” permite a las parejas contratantes abandonar a los bebés cuando no son del sexo solicitado, no tienen el color de piel esperado, presentan algún tipo de discapacidad o algún tipo de enfermedad. Lo más común es que sean abandonados a su suerte con el riesgo, además, de que no se pague por la gestación.
Las empresas transnacionales dedicadas a esta actividad cobran en euros: desde 10 mil hasta 240 mil, de acuerdo con los casos que se han podido documentar. En el mejor de los casos sólo dan a las mujeres el 17 por ciento.
De manera paralela, ha surgido otra tendencia: el turismo reproductivo internacional. A las parejas deseosas de tener un hijo que se encuentran imposibilitadas para hacerlo, se les arman paquetes para conocer Tulum, Cancún y otras playas del Caribe, donde viven jóvenes que están dispuestas a alquilar su vientre.
Esas jóvenes son expuestas a fuertes tratamientos hormonales y pueden presentar complicaciones como hemorragias, diabetes gestacional, preeclampsia, abortos y hasta el contagio de enfermedades como el VIH.
Actualmente, en el Congreso se encuentra una iniciativa para reformar la Ley General de Salud que busca permitir esta práctica. Organizaciones como Feministas Mexicanas contra Vientres de Alquiler (Femmva), han expresado abiertamente su rechazo al advertir los riesgos anteriormente expuestos.
Han expresado que no se puede permitir que las mujeres sean vistas como fábricas de gestación que dan luz a bebés para terceros a cambio de dinero. Lejos de permitir la normalización de este negocio transnacional a costa de la vida y el bienestar de las madres sustitutas y de sus hijos, lo que buscan es que quede estrictamente prohibida. La pelota está en la cancha del Poder Legislativo.