La salida de Michelle Bachelet de la Presidencia de Chile marcó el fin de una época. A partir del pasado domingo 11, todos los países del continente están gobernados por hombres.
Michelle Bachelet asumió por primera vez el poder en 2006 y en 2014 ganó de nuevo las elecciones presidenciales. Fue ella quien marcó el inicio de un periodo de 11 años en el que, por lo menos, una nación de América Latina ha estado en manos de mujeres.
De hecho, el momento de mayor esplendor fue en 2014, año en el que cuatro mujeres ocuparon la más alta responsabilidad en Chile, Argentina, Brasil y Costa Rica, países que suman el 40 por ciento de la población latinoamericana.
Pero no nos quedemos en el simple número y analicemos, incluso con autocrítica, lo que esto ha significado. En marzo de 2014 arrancó el segundo mandato de Bachelet tras imponerse a otra mujer, Evelyn Matthei, por más del 60 por ciento de los votos.
Bachelet logró escalar hasta la cuarta posición entre las políticas más poderosas del mundo, según la más reciente lista de la revista Forbes. Ese ranking está liderado por la canciller alemana, Angela Merkel (reelecta la semanada pasada en el cargo por cuarta ocasión), seguida de la primera ministra de Reino Unido, Theresa May, y la presidenta de Taiwán, Tsai Ing-Wen.
El año que inició el segundo periodo de Bachelet, 2014, Argentina era gobernada por Cristina Fernández de Kirchner. La viuda del ex presidente Néstor Kirchner fue electa presidenta del país en 2007 y reelegida en 2011. En 2015, la victoria de Mauricio Macri frente al peronista Daniel Scioli, puso fin al kirchnerismo.
Fernández de Kirchner fue electa senadora, aunque hoy se encuentra en la muy probable posibilidad de que se le elimine la inmunidad parlamentaria y sea detenida. El magistrado Claudio Bonadio solicitó el desafuero de la ex presidenta para que enfrente las acusaciones de haber encubierto el atentado a la Asociación Mutual Israelita Argentina, donde murieron 85 personas. Además de esta, hay otras tres denuncias abiertas en su contra.
En Brasil, Dilma Rousseff asumió la Presidencia en 2011 y se mantuvo en el cargo hasta agosto de 2016, cuando fue destituida a través de un juicio político (impeachment). Los diputados brasileños la acusaron de violar la Ley Presupuestaria y de estar presuntamente involucrada en los actos de corrupción de Petrobras, como parte de la Operación Lava Jato.
Laura Chinchilla asumió las riendas de Costa Rica en 2010, para un período de cuatro años. Antes de ocupar esa posición, fue ministra de Justicia y vicepresidenta del Gobierno.
En una reciente entrevista a un medio de su país, Chinchilla señaló: “Estamos en un punto de inflexión, pero la lucha de la mujer en la política latinoamericana hay que medirla con otros indicadores. Quizá no haya una mujer presidente, pero tendremos congresos más paritarios y eso es un semillero de mujeres que tomarán otros cargos”, subrayó.
Estos son los casos más recientes de mujeres gobernando en el continente, pero no los únicos. En Argentina, María Estela Martínez de Perón, conocida popularmente como Isabel Perón, gobernó de 1974 a 1976. Asumió el cargo tras la muerte de su esposo, el presidente Juan Domingo Perón, y fue derrocada por un golpe de Estado que instauró una dictadura militar hasta 1983.
En Bolivia, Lidia Gueiler Tejada ejerció la Presidencia entre 1979 y 1980, cuando fue derrocada y exiliada por un golpe de Estado. Falleció en 2011 en La Paz y al día de hoy sigue siendo la única mujer en gobernar ese país.
Nicaragua también tuvo una mujer en su máximo cargo de representación: Violeta Chamorro, quien gobernó entre 1990 y 1997. En Ecuador, Rosalía Arteaga fue presidenta provisional durante tres días en 1997, tras la dimisión de Abdalá Bucaram, con quien ejerció la vicepresidencia.
En Panamá, Mireya Moscoso, mujer del expresidente Anulfo Arias Madrid, ganó las elecciones a la Presidencia en 1999. Durante su mandato, que duró cinco años, logró recuperar la soberanía total del Canal de Panamá.
Este año, América Latina tendrá seis elecciones presidenciales: Costa Rica, Paraguay, Colombia, Venezuela, Brasil y nuestro país. La posibilidad de que de estos comicios emerja otra mujer presidenta está prácticamente descartada. La única mujer que aparecerá en las boletas mexicanas, por ejemplo, será Margarita Zavala, pero sus posibilidades de triunfo son muy remotas.
Pese a ello, debemos seguir empujando por la equidad en todos los cargos de representación popular para que los congresos, las gubernaturas, las alcaldías y las presidencias de nuestros países, tengan rostro de mujer. Y no solo porque se quiera, si no porque ellas (nosotras) podemos.