«CEREBRO 40»: Depeche Mode y la fuerza de una época - Mujer es Más -

«CEREBRO 40»: Depeche Mode y la fuerza de una época

Hay días buenos y otros mejores, el día que tu amiga de toda la vida te dice que tiene un boleto para el concierto de Depeche Mode en el Foro Sol para ti, debe de ser sin duda de los señalados con resaltador en el calendario de mi vida.

Depeche Mode vuelve a México después de 9 años, de mi iPod no se ha ido ni un solo día, antes de exclamar con más fuerza que nunca que sí, que sí podía, que sí quería y que sí contara conmigo, que deben de haber sido micro milésimas de segundo alcanzaron a pasar por mi mente miles de recuerdos, mis años de adolescencia, mis primeras idas al antro, la moda que usábamos en ese tiempo mi amiga y yo, que siempre compartimos este gusto y muchos otros, quiero aclarar al lector que de ninguna manera somos nosotras de la misma edad de Martin Lee Gore, Dave Gahan y Andrew Fletcher, tampoco puedo decir que fueran de la edad de nuestros papás, pero sí que en esa época nosotras éramos apenas adolescentes si no es que pubertas y ellos unos artistas consagrados y que conforme fueron pasando los años nuestras andanzas e historias se fueron musicalizando con sus canciones y su estilo.

Recordé también alguna vez que un amigo de mi hija mayor, en ese tiempo tendrían unos 15 años, los llevaba yo a hacer un trabajo al Alcázar de Chapultepec, y el chavo (tú sabes quién eres) bastante rockeron y listo, me platicaba que quería ser músico y sobre sus gustos musicales, yo en mi papel de madre y tutora de toda esta generación con la que estoy tan encariñada le dije: Me parece perfecto, pero yo creo que entonces deberías conocer a los verdaderos padres del Rock Progresivo, los que influenciaron tiempo después a las mejores bandas en español y en cuyas partituras se han basado cientos de artistas para aprender a entender la música, obvio después del discurso el niño pensó que estaba, una de dos, frente a la más grande conocedora de música en este país o frente a una señora ya en la decadencia y desvariando, busque en mi iPod y le puse un par de canciones de Depeche Mode, me fui a lo seguro, Enjoy the Silence y Personal Jesus, luego otro par de The Cure y para terminar alguna rola del maestro y jamás olvidado Gustavo Ceratti con Soda Stereo, con eso fue suficiente, creo de verdad que pocas veces me he sentido tan segura de lo que hacía, tan asertiva y tan influyente para la juventud, casi me vi en el discurso de una estrella de rock cuando recibiera su primer reconocimiento por ventas millonarias y en las decenas de biografías que se escribirían sobre él, cuando el silencio volvió a apoderarse de la cabina del coche él dijo algo como: ¡wooow! Y yo para mis adentros levantando una ceja contesté, ahora sí estás listo para la vida, bienvenido al rock.

Dos horas para llegar al Foro Sol, Metrobus, Metro y 10,000 pasos en mi app cuenta pasos del celular, finalmente encontramos nuestros lugares y sí, supimos que eran nuestros lugares, alrededor de nosotras estaban grupos de amigos expectantes y emocionados, parejas, grupos que claramente se veía que llevaban toda la vida de amistad, todos alrededor de los 50 años, nadie queriendo disimular ni su edad ni su emoción, ese tipo de empatía que sientes de inmediato, sin conocernos de antes ya éramos en ese momento algo, íbamos a compartir un gran momento y teníamos seguramente muchas historias similares, nos sonreíamos, comentábamos cosas sobre el clima, cómo habíamos llegado, que tan fans éramos de la banda, incluso mi amiga y yo cuchicheábamos poniéndoles nombres a los que estaban sentados frente a nosotras porque nos recordaron al grupo de nerds raros de la prepa.

El momento llegó y mi secreto y primitivo miedo desapareció, en el fondo temía verlos demasiado viejos, demasiado maltratados por la vida, tal vez ridículos, tal vez disminuidos en voz y fuerza sobre el escenario. Todo lo contrario, Depeche Mode “still burns”  lo dijeron ellos y todos estuvimos de acuerdo, todavía ardemos, más fuerte que nunca, perfectamente dueños de un escenario  que pareciera haber esperado años por ellos y no solo los vi en su mejor momento, soberanos y enormes como artistas, sentí la influencia tremenda de toda una época, vi a 65,000 espectadores dejándose llevar por la calidad de su música y por la fuerza de una época, escuché y vibre cada una de sus canciones, me hice una con la batería y los sintetizadores, me entregué a su voz y sus letras, en algún momento fui consciente de que esas letras se escribieron hace 35 años, antes de los teléfonos celulares y de que la tecnología se apoderara de nuestras vidas, que esa música salió de las mentes de seres humanos extraordinarios sin más recursos  que su conocimiento musical, y su genial locura y me sentí orgullosa, muy orgullosa, feliz de pertenecer a esta historia, de ser de los de esta época, de poder presumir que esta generación dio a estrellas como ellos, verdaderos maestros sobre el escenario, independientemente de los gustos de cada quien, nadie podría debatir sobre su talento y calidad y eso es lo que me hace sentir tan orgullosa en este sentido de identidad y pertenencia.

Aplaudimos, gritamos, coreamos las canciones y esto fue real, existió y sigue vivo, cuando después de las dos horas que duró el desalojo del inmueble y de las que prefiero omitir comentarios, cuando ya estaba en mi cama el son de las canciones seguía retumbando en mi corazón y mi cerebro, mis hijos dormían y yo ordenaba las secuencia de las cosas para contárselas al otro día, y pensé para mis adentros llena de una presuntuosa vanidad: “qué generación tan maravillosa, qué generación tan maravillosa fuimos, somos, seguiremos siendo, si evolucionamos al ritmo de Strangelove, Personal Jesus y Enjoy the Silence, pocas cosas habrán que nos puedan superar como especie”.

 


Bárbara Lejtik. Licenciada en Ciencias de la Comunicación, queretana naturalizada en Coyoacán. Me gusta expresar mis puntos de vista desde mi posición como mujer, empresaria, madre y ciudadana de a pie. @barlejtik

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