Cuando José Antonio Meade aseguró que se inspiraría en el triunfo de Alfredo del Mazo en el Edomex para hacer su campaña, vino a mi mente el uso partidista, faccioso, de los programas sociales y el activismo del gabinete en la contienda electoral.
Pero recordé también la guerra de lodo que se emprendió en contra de Josefina Vázquez Mota y Delfina Gómez Álvarez, candidatas del PAN y de Morena, respectivamente.
Pero la guerra en contra de Ricardo Anaya es la reedición, recargada, de lo sucedido en el Edomex.
A Josefina le aventaron al aparato acusando a sus familiares de lavado de dinero. Al final, nada.
A Delfina intentaron descarrilarla con el tema de que le quitaba parte del salario a los empleados municipales en los tiempos que era alcaldesa de Texcoco. No cuajó el escándalo.
Anaya padece hoy el embate de la PGR y el SAT por presunto lavado de dinero. Los adjetivos en contra del candidato presidencial de Por México al Frente son innumerables y lo que se pretende es que, al iniciar la campaña el último día de marzo, el queretano ya no esté ubicado en el segundo lugar de las encuestas.
Pero el PRI, en su intento de desbancar a Anaya acusándolo de corrupción, sólo está fortaleciendo dicho tema en la campaña presidencial.
Si Anaya es corrupto y sus acusadores ya le dieron a la PGR todos los elementos para llevarlo ante un juez ¿qué esperan para detenerlo?
Como pocas veces, la autoridad pidió una alerta para evitar que el presunto socio de Anaya se les escapara. Tenían cinco meses investigando ¿por qué diablos Barreiro no está en México?
Al PRI le urge que las miradas de los mexicanos tengan a un corrupto castigado, y quieren que sea el adversario, así sea sólo en la percepción de la opinión pública.
El PRI no quiere que Meade tenga que explicar el comportamiento de los Duarte, de Borge, de las Casas Blancas, de los desvíos en SEDESOL y SEDATU, de la violencia, de la inseguridad, de la inflación. Para ellos sirve más un adversario minado por el desprecio público por ser corrupto.
Por eso los voceros priistas se empeñan en hacer de Ricardo Anaya la personificación de un muchacho ambicioso de poder y dinero.
Quien lo agradece es Andrés Manuel López Obrador. Va solo y sin oposición hacia la presidencia. NO se dan cuenta en el PRI que si quieren destrozar a sus adversarios con el tema de la corrupción, se muerden la lengua.
José Antonio Meade deberá estudiar los resultados de la elección en el Edomex.
Como partido, Morena ganó.
El PRI ya no tiene de su lado al PES y el PT ya no está en remilgos con Morena.
Aún más, si el PRD en tierra mexiquense sirvió para minar el voto por Delfina, ahora es compañero de ruta de Anaya.
El PANAL ya no controla a toda la base magisterial y el Verde tiene una presencia limitada en el país.
Si la estrategia de Meade y sus generales es la del Edomex y el combate a la corrupción, ya perdieron.
La Letrina. La salida de Carlos Loret de Mola de Contraportada en Radio Fórmula es una triple pérdida. Primero para el periodista que no tiene la tribuna para expresarse. Después la empresa, que deja de tener en sus filas a uno de los más influyentes comunicadores del país. Al final, quienes más perdemos somos los escuchas vespertinos de Loret. A donde vaya, en los nuevos proyectos, éxito para él y su equipo.