«MIRADA GLOBAL»: ¿Masacres, #NuncaMás? - Mujer es Más -

«MIRADA GLOBAL»: ¿Masacres, #NuncaMás?

Una  joven compañera de trabajo -tiene 32 años- me dice entusiasmada: “qué alegría ver que los jóvenes estadounidenses van a orillar a Donald Trump para que restrinja la venta  de armas”. Se refería a que después de la masacre del 14 de febrero en una secundaria de Florida que dejó 17 muertos, surgió en los Estados Unidos el movimiento #NeverAgain, #NuncaMás. Sobrevivientes de la última masacre decidieron movilizarse en favor de que haya mayores controles sobre las armas. Le respondí tajante que no se hiciera ilusiones.

Mi colega  insistió en que, a diferencia del pasado,  en todo el mundo los jóvenes son más partícipes y están propiciando cambios importantes en sus sociedades; porqué no habrían de hacerlo en la Unión Americana tan afectada por matanzas realizadas en su mayoría por asesinos solitarios, que  sin motivo aparente, decidieron apretar el gatillo de una R15 y lanzar una lluvia de balas en segundos .

Mi reticencia sobre la posibilidad de que #NeverAgain prospere es que además de las razones legales -la famosa segunda enmienda de la Constitución estadounidense que establece que  no será vulnerado el derecho del pueblo a tener y portar armas- hay una cultura bélica arraigada en lo más hondo del corazón y la psique estadounidense. Esto explica la existencia de la poderosísima Asociación Nacional del Rifle, que con sus connotados socios financia -por no decir compra- voluntades políticas. El amor a lo bélico se ha manifestado en la literatura y en el cine. Es más fácil para un adolescente estadounidense comprar un arma que una cerveza. Casi siempre que ocurre una matanza se dispara la venta de armas. La explicación que dan expertos es que por el “miedo” de que pudiera haber controles, la gente se aprovisiona.

En enero del 2016 Barack Obama lloró mientras recordaba las matanzas escolares, particularmente la ocurrida en la escuela primaria Sandy Hook de Connecticut en 2012.  Un joven llamado Adam Lanza decidió descargar un fusil semi automático contra 20 niños, seis profesores; previamente había asesinado a su madre. Tras la estela de muerte, Lanza se suicidó. Obama pedía en su emotivo discurso que hubiera más controles para la venta de armas por las cerca de 30 mil muertes  que se registran anualmente en USA su uso. Las lágrimas del expresidente no ablandaron a nadie.

En el historial de masacres en Estados Unidos figura el de Las Vegas en 2017 con 58 muertos, la del bar gay  de Orlando en 2016 con 49, y la del Tecnológico de Virginia en 2007 con 32 fallecidos.

¿Podría prosperar #NeverAgain cuando un presidente como Donald Trump propone antes que controlar,  armar a los maestros o enfocarse en la “salud mental” del usuario? ¿Será posible que estos jóvenes puedan presionar a los legisladores y al gobierno a que tomen medidas más efectivas para controlar la venta de armas? Según estadística del Centro de Investigaciones Pew del 2017, 4 de cada 10 estadounidenses está armado.

El comentario optimista de mi compañera me llevó a pensar si mi respuesta pesimista sobre la eficacia de #NeverAgain se debía a un problema generacional, la clara diferencia de edades. Ojalá y me equivoque. Ojalá que esos jóvenes estadounidense que se sienten amenazados puedan remover el férreo apego a las armas. El eterno debate sobre la necesidad de controlarlas comienza con una nueva masacre pero termina en la nada o en el argumento de una próxima película.

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