¿Les ha convencido alguno de los spots que han promocionado los candidatos con disfraz de precandidatos?
¿Les ha llamado la atención o les ha gustado alguno?
A mí no. Pasan de lo indignante a lo grotesco.
Las promesas que más han sobresalido son las absurdas, incoherentes e irrealizables.
Y destacan, porque se les ocurre promocionarlas cuando a la gente ya no le interesan las campañas, no le cree a los candidatos y está harta del reciclaje de propuestas.
Terminar con la inseguridad, con la impunidad y con la corrupción en cuanto lleguen al poder, como si se pudiera lograr con una varita mágica.
Educación y trabajo para todos; mejorar la microeconomía; protección a mujeres y ancianos, amnistía para los delincuentes, becas para los ninis, en fin, toda esa palabrería rancia que nos dicen en cada proceso electoral.
Más allá de sus románticas promesas y de lugares comunes como tomarse fotos con indígenas, con niños sonrientes, con mujeres, ancianos o con la artesana que elabora muñecas, según ellos, para conectar con la gente, lo que deberían hacer es explicar con ideas claras y realizables cómo le harán para enfrentar los diversos cánceres que asfixian a México.
De qué sirve simular tocar un teclado, para echarse un palomazo, cuando se tiene la gracia de una roca o liberar tortugas o vestirse de chamula. ¿De verdad creen que conectan con la gente?
Para lograr el poder, lo que menos importa son las formas, siempre lo hemos sabido. Las extrañas coaliciones entre izquierda y derecha (Por México al Frente), entre las ortodoxas diestra y siniestra (Juntos Haremos Historia) y el PRI sin candidato propio y con el partido que creó, su otrora archienemiga, Elba Esther Gordillo, son el mejor ejemplo de ello. Por la silla presidencial, lo que sea, cómo sea y con quién sea.
La comedia de los tres candidatos que hacen campaña para todos, tirios y troyanos, fingiendo ser precandidatos, tendrá un derroche de 3.3 millones de pesos diarios, desde el 14 de diciembre hasta el 11 de febrero.
Ricardo Anaya, José Antonio Meade y Andrés Manuel López Obrador recorrerán el país para presentarse ante los militantes de los partidos que los postularon. Tan absurda es la ley electoral, que ni ellos mismos se la creen. Se trata de una vil campaña con engaño de precampaña.
Las reformas a la ley electoral pretendían recortar a 90 días la duración de las campañas electorales.
El simulacro de precampaña se logró por el colmillo de los partidos políticos y la complicidad del Instituto Nacional Electoral. Así es que en lugar de tres meses, las campañas serán de más de 6 meses.
Paciencia queridos lectores porque el camino es largo.
Posdata: si de algo sirve, para aligerar la simulación, les deseo a todos ustedes queridas lectoras y lectores que pasen una extraordinaria navidad.