Aconsejada por mi curiosidad un tanto felina decidí ver la serie que con bombo y platillo anuncia Netflix: “El Chapo”. Mi interés, despertado por el éxito de otras narco historias televisivas, dio paso a un sentimiento de indignación porque en su biografía Joaquín Guzmán quedaba más como héroe que como el capo de las drogas más sangriento, despiadado, ambicioso y cruel de su momento. Incluso, en algunos capítulos, lo describen como un niño pobre con enormes deseos de salir adelante a pesar de no haber tenido estudios.
Debo confesar que me aventé todos los capítulos de la serie no por placer, sino por la sorpresa que me llevé al ver que en nombre de la libertad de expresión el Chapo tenía su biógrafo personal, su director y productor de cine, y hasta un canal especial para películas que todos, hasta los niños, podían ver a cualquier hora del día. La historia de un delincuente que mató a centenas, quizá miles de personas, civiles entre ellos; que envenenó a jóvenes y puso en jaque al Gobierno Federal era y es de crear compasión por el hombre nacido en Sinaloa.
Escribo esta vivencia personal a raíz de la propuesta que el fin de semana hizo el líder y candidato único de MORENA, Andrés Manuel López Obrador de ofrecer amnistía a los narcotraficantes para serenar al país, según sus propias palabras. Otorgarles el perdón a quienes sin ninguna piedad secuestran, torturan, matan y desmembran a hijos, hermanos, padres, madres de familia que lloran a sus muertos, es arrancarles el corazón y pedirles que sigan vivos.
Tal sugerencia salió de boca del tabasqueño precisamente cuando en su gira por el municipio de Quechultenango, en el estado de Guerrero, muy sufrido por el crimen organizado, estaba acompañado por el productor Epigmenio Ibarra, hacedor y fanático de las historias de los capos en nuestro país. Y como en política no hay coincidencias, el productor cabecera de AMLO beatificó en sus documentales nada más y nada menos que al “señor de los cielos”.
¿Qué tanta influencia tuvo Ibarra en las desafortunadas declaraciones de López Obrador? Sólo ambos lo saben, lo que sí es una realidad innegable, es que el productor independiente tiene la consigna de presentar, en pleno proceso electoral del 2018, la historia del propio tabasqueño, en un documental manipulado en el que se vende a un político como un mártir del siglo XX. “Este Soy” tiene un título, además, bíblico cuando Dios le dijo a Moisés: “Yo soy”.
La carencia de una propuesta seria, reflexiva y exitosa de un candidato presidencial respecto a cómo frenar la delincuencia que tiene a México en un serio problema de inseguridad, es su propuesta. Ofrecerle amnistía a los líderes de los cárteles “con tal de que se termine la violencia y así garantizar la paz en el país”, es una bofetada a las víctimas mortales y a sus familiares. Es, sin duda, entregar el estado a los capos de la droga.
Alguien se ha preguntado alguna vez ¿por qué Andrés Manuel López Obrador no ha sido molestado por los cárteles que operan en el país durante sus innumerables y largas giras en busca de la presidencia de la República? Y sí. Una vez lo hice y la respuesta que me dieron fue breve pero contundente: “¡No nos metemos con ellos!”
Amnistía, hay que recordarle al abanderado morenita, es el perdón de pena decretadas por el Estado como medida excepcional para todos los presos condenados por determinados tipos de delitos, generalmente políticos, no de sangre como son los delitos de los narcotraficantes. ¡Ni perdón ni olvido!
¡Ni para dónde hacernos!
Elena Chávez. Estudió periodismo en la universidad Carlos Septién García. Ha escrito los libros “Ángeles Abandonados” y “Elisa, el diagnóstico final”. Reportera en diversos diarios como Excélsior, Ovaciones, UnomásUno; cubrió diferentes fuentes de información. Servidora Pública en el Gobierno del Distrito Federal y Diputada Constituyente externa por el PRD.