Algo está pasando con nuestros jóvenes. Algo que tal vez nos da miedo enfrentar, pero los datos duros siempre nos dan el parámetro. Una nota publicada por el periódico Reforma dice que se ha duplicado el consumo de drogas ilegales entre los adolescentes en los últimos cinco años. El consumo de marihuana está rompiendo récords.
Independientemente de las cifras, que más adelante abordaremos, la pregunta que muchos nos deberíamos de hacer es: ¿por qué está aumentando el consumo de estupefacientes? Porque tal vez esa es la pregunta que nos debería llevar a la reflexión. Finalmente: ¿qué son las drogas? ¿Para qué sirven? Cuando alguien decide ingerir alguna de ellas es por que está buscando algo. ¿Qué es ése algo? Tal vez experimentación, tal vez divertirse en el extremo, tal vez evadirse, tal vez perderse. Saber dónde se rompe el hilo entre una experimentación fugaz y el enganchamiento, ya que hasta ahora ningún experto lo sabe al 100 por ciento.
Así como el alcohol y el tabaco -drogas permitidas- todas las sustancias que cambian percepción de conductas tienen un altísimo riesgo. Nuevamente traigo a mi mente el ensayo que Aldo Huxley escribió: “Las puertas de la percepción”. Aquí el escritor, quien experimenta con mezcalina, llega a la conclusión de que finalmente quien no tiene algún tipo de trauma que lleve a la depresión o a la ansiedad, pueden pasar incólumes (sin daños) a los efectos transitorios de una droga. Sincerémonos ¿Los chavos de ahora, con los empleos y sueldos precarios, con la falta de diálogo entre padres que trabajan las 24 horas del día, con el sentimiento de inseguridad y violencia que se siente, pasarán incólumes a efectos transitorios de experimentación?
Escribe muy duro Huxley: “Parece muy improbable que la humanidad en libertad pueda alguna vez dispensarse de los paraísos artificiales. La mayoría de los hombres y mujeres llevan vidas tan penosas en el peor de los casos y tan monótonas, pobres y limitadas en el mejor, que el afán de escapar, el ansia de trascender de sí mismo, aunque sólo sea por breves momentos es, y ha sido siempre, uno de los principales apetitos del alma”.
Con voz casi profética -porque escribió ese ensayo en el siglo 20-, “cuando, por una razón cualquiera, los hombres y las mujeres no logran trascender de sí mismo por medio del culto, las buenas obras y los ejercicios espirituales, se sienten inclinados a recurrir a los sustitutivos químicos de la religión, el alcohol y las píldoras en el moderno Occidente, el alcohol y el opio en el Este, el hachís en el mundo mahometano y la marihuana en América Central, el alcohol y la coca en los Andes y el alcohol y los barbitúricos en las regiones más al día de América del Sur”. Dejemos a un lado la religión, ahora la globalización nos pone al parejo en todo… y también en el consumo de drogas.
Según Reforma, los datos son resultado de la Encuesta Nacional de Consumo de Drogas, Alcohol y Tabaco. La marihuana es la más consumida, seguida de cocaína e inhalantes. De acuerdo con la investigación, el consumo de drogas ilegales de todo tipo aumentó en México en todas las edades, un 80 por ciento. Y se disparó un ¡175 por ciento en las mujeres! Pero además, las drogas legales como el alcohol se disparó de forma alarmante. Independientemente de que si es alcohol o marihuana, o coca, o tranquilizantes o lo que sea, ¡aguas! El aumento en el consumo de todo tipo de drogas debería de ser un llamado de atención para toda la sociedad. Un llamado de atención en el que todos tenemos alguna responsabilidad. Ojalá que quiénes buscan gobernar este país también se den un tiempecito en analizar este tipo de problemáticas que son un S.O.S.