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«CUARTO PISO»: El sangriento 2017

La criminalidad ha mostrado niveles exponenciales.

La violencia y homicidios registrados el fin de semana pasado en varias ciudades del país, confirman la preocupación de los especialistas en el tema de seguridad,  por el incremento de la violencia en México.

Indigna el asesinato del defensor de Derechos Humanos de Baja California Sur,  Silvestre de la Toga y de su hijo de 20 años, lo mismo que la muerte de Adolfo Lagos, directivo de Televisa y las ejecuciones en Nayarit, Cancún, Zacatecas y Acapulco durante el puente del 20 de noviembre.

La criminalidad ha mostrado niveles exponenciales y no hay una respuesta contundente del Estado, como si no pasara nada. Lo peor que pudiera pasarle a una sociedad es acostumbrarse a esta forma de violencia, cada vez más sanguinaria y cruel

¿Qué pasó con las estrategias emergentes y el despliegue de fuerzas federales en puntos considerados como focos rojos?

Este 2017 será el año más sangriento de la historia reciente en nuestro país.

¿Cómo justificar el incremento al presupuesto para seguridad en los últimos años, si ha sido un fracaso la estrategia en esta materia?

El Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública informó que de enero a octubre se registraron 20 mil 878 homicidios dolosos.

Solo en octubre se tienen registradas más de 2 mil 300 carpetas de investigación por este delito.

Los estados donde hubo mayor aumento de este delito fueron Nayarit, con un 346 por ciento; Baja California Sur, 153 por ciento, y en Aguascalientes 121 por ciento.

A la cifra de 20 mil 878 durante los primeros 10 meses del año, súmele el promedio mensual de 2 mil 87 homicidios dolosos para los últimos dos meses del año, es decir cerraremos 2017 con más de 25 mil.

El año  más violento ha sido 2011, con 22 mil 855 asesinatos (cifra oficial), durante la cruzada antinarco de Felipe Calderón.

Mientras los gobiernos federal , estatales y municipales están  ocupados en las elecciones del próximo año, la sociedad enfrenta como puede la inseguridad.

En 27 de las 32 entidades del país ha aumentado la violencia.

Según cifras del “Semáforo delictivo”, entre enero y septiembre de este año se cometieron 13 mil 513 ejecuciones del crimen organizado en todo el país, lo que representa el 73 por ciento de los homicidios dolosos reportados en los primeros nueve meses del año.

No todo es el crimen organizado y ajuste de cuentas,  el 27 por ciento restante de los asesinatos es para robar un celular, una bicicleta, un reloj o el automóvil.

Por la inseguridad hemos evitado circular por algunas carreteras del país y dejado de visitar ciudades. En algunos municipios no hay vida nocturna, los restaurantes y bares han cerrado y en la noche es mejor estar en casa. A esos niveles hemos llegado, aunque se encarguen de presentar cifras y cifras que indican que la inseguridad ha disminuido.

Es innegable que estamos aprendiendo a vivir con miedo, en la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana, que realiza el INEGI más del 75% de la población adulta considera que vivir en su ciudad es inseguro, pero no hay opciones.

La inseguridad es una deuda pendiente de los últimos gobiernos en el poder. En un estado de derecho se necesitan instituciones fuertes, se requiere un sistema judicial confiable, donde la impunidad no sea cosa de todos los días.

Un país sin seguridad no tiene rumbo. Un país con niveles de desigualdad como México difícilmente podrá avanzar en materia de seguridad.

Dentro de pocos días comenzarán las interminables promesas de los candidatos para enfrentar un  fenómeno que amenaza la estabilidad social.

Y ¿por qué no, han votado las leyes como la de Seguridad Interior o la de Mando Mixto?

Siguen regateando leyes y nombramientos y solo les quedan 8 sesiones a los legisladores. Ellos no tienen ninguna prisa.

 

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