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«CUARTO PISO»: Odebrechtgate y las mentiras

El protagonismo de uno y la soberbia de otro.

El voto secreto en el Senado para restituir o no al fiscal Santiago Nieto, no resolverá el más reciente desacierto de la Administración del Presidente Enrique Peña y si vaticina una crisis legislativa.

Al ser secreto, se pueden comprar conciencias. Vienen elecciones y hay muchos legisladores que pueden ver mermadas sus aspiraciones. Hay trueques, alquimia, lo que sea para sacar adelante un deseo, aunque la Senadora priísta, presidenta de la Junta de Coordinación Política, Ana Lilia Herrera, justifique que la decisión se tomó para que haya imparcialidad en la votación.

Para muchos la arbitrariedad contra el fiscal Santiago Nieto es parte de una venganza por exhibir la presión de Emilio Lozoya, exdirector de PEMEX, en torno al Odebrechtgate. Aunque en la carta no se aprecie ninguna intimidación.

Para otros, es la violación de la secrecía de un tema sensible, que queda en faltas al código de ética, por el lucimiento de un fiscal incómodo.

¡Pero qué necesidad! El protagonismo de uno y la soberbia de otro, han llevado al extremo un tema en el que solo habrá de dos, la humillación del gobierno federal o la trituración de un fiscal.

Con tantos señalamientos de corrupción, de impunidad, de prebendas, de injusticias, el gobierno dejó ir la posibilidad, no de ganar confianza, sino de permitir que una institución autónoma, hiciera su trabajo.

Parecería que para el PRI nunca hay peor momento. Cuando creemos que ha pasado lo peor, algo se avecina. El resultado que sea, en el caso del fiscal Nieto, será bandera de la oposición para como dicen ellos “sacar a los corruptos de los pinos”.

Alberto Elías Beltrán, encargado de despacho de la PGR, tras la renuncia del procurador Raúl Cervantes, ha dicho una y otra vez que la decisión la tomó él y no llegó desde los Pinos. Por supuesto que nadie le cree. Porque si así fuera lo tendrían que correr a él por menudo lío en el que los metió.

¿Qué no pensaron? O lo pensaron tanto que utilizaron la mínima oportunidad  para pescar al fiscal, antes de que él saliera de pesca. Por, cómo han ocurrido las cosas, pareciera que así es. Santiago Nieto era el Fiscal para la Atención de Delitos Electorales que investigaba entre otros casos, el de Odebrecht y los “supuestos” sobornos. Era de esperarse la indignación y la exigencia de regresarlo a la FEPADE y más en tiempos electorales.  

Si con la destitución pretendían cerrar la página, por el contrario, se abre otra e incrementan la sospecha de la participación de dinero ilegal en la campaña presidencial del PRI en 2012.

La acusación contra Emilio Lozoya, entonces coordinador de Asuntos Internacionales, por haber recibido 10 millones de dólares en sobornos, por directivos de la constructora brasileña Odebrecht, seguirá siendo oro molido para Morena y el llamado “Frente Ciudadano por México”.

Por lo pronto, el primer choque por olor a corrupción ocurrió ayer en la esquina de Reforma e Insurgentes. El planteamiento del voto secreto enfureció a senadores de oposición que percibieron el tufo de coerción en la propuesta.

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