Y de repente regresó y ronda España, o ¿será que nunca se fue?
El fantasma de una dictadura, una en Europa, en pleno siglo XXI, eso sí, disfrazada de una democracia, y con ella, todo lo que esta representa: “Ausencia de división de poderes, una propensión a ejercitar arbitrariamente el mando en beneficio de la minoría que la apoya”, en el caso concretamente de Catalunya con el apoyo de unos partidos políticos el PP (Partido Popular) y el PSOE (Partido Socialista Obrero Español) que buscan constituirse en quienes decidan el futuro de millones de catalanes que nunca votaron por ellos.
Estos dos partidos españoles, precisamente en Catalunya tienen un ínfimo porcentaje de representación, de poco más del 8%, es decir equivalente a una minoría política y electoral, y de manera arbitraria y discrecional pretenden pasar por alto, lo que una mayoría catalana expresó en un referéndum pacífico el pasado 1 de octubre, aprobado por el Parlament, el cual si representa a los catalanes y que es la Institución que ejerce la potestad legislativa y quien aprobó la Ley del Referéndum y el Govern.
El gobierno de Madrid en su postura, no de diálogo, ni de negociación que nunca ha tenido con Catalunya, ahora escaló la intimidación y el amago hacia los catalanes tratándolos no como parte de España, o como los españoles que dice falsamente quiere que sigan siendo, sino como unos enemigos acérrimos.
¿Quién en su juicio trataría a sus gobernados de esa manera si realmente los considerara parte de… o quisiera que siguieran cerca voluntariamente?
Y no sólo eso, el gobierno madrileño subió el nivel de las escaladas, se convirtió en un verdugo para sus gobernados y sacó lo peor un gobierno intolerante, totalitario, abusivo, represor, que ahora amaga con aplicar el artículo 155 y de facto desaparecer los poderes en Catalunya, intervenir Radio y Televisión catalana y si es posible hasta el móvil y el fijo de cada uno de los millones de catalanes que piden la independencia.
España no callará a Catalunya si busca silenciar a los medios de comunicación independientes.
España no callará a Catalunya aunque intente crear una percepción que no corresponde a lo que realmente sucede.
En Catalunya la vida sigue normal, la gente va a trabajar, va de compras, abre sus negocios, produce lo que le toca producir, bienes y/o servicios y desea una vida pacifica en donde se le respete y se le aprecie.
España no callará a Catalunya por más que la intimide, como lo lleva haciendo por décadas.
España no callará a Catalunya porque encarcele a sus dirigentes sociales.
España no callará a Catalunya con amenazas hacia el gobierno de la Generalitat y sus integrantes.
España no callará a Catalunya aunque reprima de manera violenta y agresiva las manifestaciones pacíficas y aporre a niños y ancianos sin distinción.
España no callará a Catalunya aunque presione a las empresas para que cambien su sede social de Catalunya a Madrid.
España no callará a Catalunya aunque sólo incite el odio hacia los catalanes.
España no callará a Catalunya por más que haga intentos de todo tipo para pretender aislarla.
España no callará a Catalunya aunque intente sembrar el terror.
La fuerza no obliga a las conciencias, ni las compra.
¿En verdad el resto de España tolerará esto y volteará para otro lado al igual que el resto del mundo como si no pasara nada, y aprobará la aplicación discrecional de una ley que parece manipularse para convertirse en una porra o en cientos, para golpear una y otra vez a Catalunya?
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Paloma Ruiz. Comunicóloga por la UNAM, con especialidad en Marketing por la Universidad de Berkeley. Ha combinado a lo largo de su vida profesional el análisis político en diversos medios de comunicación nacionales e internacionales, con el diseño de estrategias de comunicación y las relaciones públicas. Amante del mar y el buceo.