Ana, una exitosa amiga publicista hace cálculos a bote pronto de lo que costará la reparación de un amplio departamento que sufrió daños internos –caída de plafones, vidrios rotos, cuarteaduras en algunas paredes–: “tal vez entre 150 o 250 mil pesos”. Su trabajo en una importante empresa le permitió comprarse un departamento en un antiguo edificio de la Condesa que resultó afectado tras el 19-S. “Ya lo revisaron y por fortuna no tiene daños estructurales, ¡uff! –dice– es un verdadero alivio”.
Se siente agradecida porque estaba trabajando en Santa Fe cuando ocurrió el sismo de 7.1 grados en la escala de Richter que sacudió a la Ciudad de México y estados vecinos. “Mientras la pérdida sea material, todo se resuelve”. No todos los afectados de zonas de clase media de la capital del país están en condiciones de asumir el costo de reparación ni mucho menos reponer un inmueble al que le apostaron todos los ahorros.
Nada comparable el 19 de septiembre del 2017 con 1985. Ni en el número de muertos, ni en la destrucción, ni en la respuesta inmediata de ahora del gobierno federal ante la inmovilidad de ese entonces.
La solidaridad de la sociedad: igual ayer que hoy. Pero ahora viene el reto mayor de una reconstrucción que se estima en más de 37 mil millones de pesos. Pienso en las miles de personas de clase media que perdieron su patrimonio, especialmente en la capital del país. No es un asunto menor: la mayoría de sus inmuebles no contaban con ningún tipo de seguro y ahora están a la expectativa de cómo resolver el problema. No todos, como Ana, tienen un buen empleo que les permita enfrentar personalmente las afectaciones por el terremoto ¡Sí que son gastos el reparar!
En un gráfico animado del periódico Reforma y en un extenso reportaje, se ve una clara línea recta de los edificios colapsados en la Ciudad de México, como lo explica la nota “El daño va de Xochimilco hasta la Condesa”. A diferencia del pueblo de San Gregorio, en Xochimilco, Coapa, Taxqueña, Del valle, Roma, Condesa, Narvarte y Portales, son colonias de una amplia concentración poblacional. Ni qué decir del boom de construcciones en los últimos años en las colonias que pertenecen a la delegación Benito Juárez.
Una cosa es reparar las zonas pobres y rurales y otra, sin duda, reconstruir el patrimonio de miles de capitalinos de clase media. ¿Qué tipo de estrategia tendrán las autoridades locales y federales para ayudar a estos damnificados? Por cierto, las clases medias aquí y en China han sido las más golpeadas en los bolsillos. El desafío apenas comienza.
La suegra de Rosa Isela perdió su departamento en la colonia Narvarte. Es una señora de 75 años de edad y jubilada. Rosa Isela y su marido se la llevaron a vivir a su casa. “Ahora lo único que sabemos es que ya no tiene casa. Había vivido ahí los últimos 25 años. Por fortuna nos tiene a nosotros y aquí vivirá”. Ya adelantó Miguel Ángel Mancera (jefe de Gobierno) que se prepara una ley de Reconstrucción para la CDMX que enfrenta la peor emergencia desde el 85. Insisto, el desafío apenas comienza.