El estrés post traumático que nos dejó el #19S se manifiesta en cada uno de nosotros a través de variados síntomas físicos y emocionales que trastocan nuestro sistema inmunológico y ánimo vital.
Por supuesto que para aquellos que perdieron a un ser querido o se vieron despojados de su patrimonio, ese estrés no será asunto pasajero o de fácil solución.
Entre los que no tuvimos pérdida física o material alguna, si bien no tendremos que enfrentar un duelo, sí habremos de sobreponernos al impacto de lo vivido, a la certeza de sabernos efímeros.
Para dimensionar el terror al que fuimos expuestos, basta con recordar que ese martes a las 13:14 horas –al creer que había llegado nuestra hora final– muchos nos despedimos mentalmente de nuestros seres queridos.
Sentirse vulnerable ante un fenómeno o desastre natural sobre el cual no se tiene ningún control, produce una cantidad inusual de cortisol y adrenalina en nuestro organismo, provocando una serie de desórdenes como falta de aire, mareos, dolor de cabeza, ataques de pánico y, posterior al evento traumático, ansiedad, insomnio o depresión.
Pero estos desórdenes también se reflejan en la ausencia o el aumento del apetito. Una prueba más de cómo la forma en que nos relacionamos con la comida está ligada a nuestras emociones.
El resto de la tarde de ese martes 19, apenas si probé bocado. Inmersa en las noticias, tratando de procesar el miedo y tanto dolor, me olvidé de comer en forma. Pero al día siguiente, no sólo desperté con hambre sino que tuve antojo de alimentos ricos en grasa y azúcares. Mi cuerpo pedía compensar la descarga brutal de adrenalina.
Quería comer papas fritas o donas de chocolate, alimentos que en circunstancias normales nunca consumo y que, si bien calman la ansiedad de manera momentánea, son dañinos a largo plazo. Por eso me di a la tarea de buscar sustitutos saludables a mis antojos chatarrosos, alimentos que me brindaran la misma sensación, con el beneficio extra de restaurarme física y anímicamente.
Estos son algunos de los alimentos antiestrés que los nutriólogos recomiendan para mitigar la ansiedad o proteger la salud en situaciones de presión extrema como la que hemos vivido todos estos últimos días.
Proteínas: Huevos, leche y sus derivados, pescados, carne magra y aves. Además de otorgar nutrientes, ayudan a restaurar la masa muscular que se pierde cuando aumentan los niveles de cortisol.
Cítricos: Especialmente son recomendables las naranjas y el límón, debido a que la Vitamina C regula los niveles de cortisol que se disparan en situaciones límite.
Grasas buenas: Aceite de oliva, aguacate, mantequilla de almendras, semillas y frutos secos. Las almendras y las nueces de la India contienen triptófano (un precursor de la serotonina, sustancia que mejora el estado de ánimo) y magnesio (el mineral que relaja el sistema nervioso).
Vegetales y hojas verdes: Qué mejor forma de sustituir las papas fritas que un plato de crudités con brócoli, apio, coliflor, zanahoria, pepinos y pimientos con un poco de hummus natural o tahini. Además de consumir vitaminas y minerales a montón, el hecho de masticar verduras crujientes hace “descansar” al cerebro.
Plátanos: Ricos en potasio, magnesio y Vitamina B6, también aumentan la serotonina.
Chocolate oscuro: Un chocolate de calidad, al 70 por ciento de cacao, liberará endorfinas en el cerebro, haciéndonos sentir un poco mejor.
Té verde y herbal: Contiene teanina, una sustancia “calmante”. Además, controla los niveles de azúcar y colesterol en la sangre. Si sienten los nervios destrozados y están hipersensibles, es mejor olvidarse por un rato del café.
Agua: El estrés también deshidrata. Así que beber agua de más es sumamente importante para regular el funcionamiento óptimo de nuestros órganos y sistemas.
Qué tal un desayuno a base de “Huevos con jamón de pavo y yogurth natural” o una “Tostada de pan integral con aguacate y huevo poché” por encima. Empezar así el día no sólo nos dará energía para remontar el cansancio emocional que nos dejó el sismo, sino que también brindará una sensación de saciedad.
A media mañana, un plátano con mantequilla de almendras.
En la comida, un consomé de pollo con muchas verduras.
En la cena, una ensalada de hojas verdes con atún y un té verde.
Los alimentos saludables no sólo restauran el cuerpo, también pueden ser una cura para el alma. Los que tuvimos la fortuna de salir ilesos de la tragedia tenemos la obligación de cuidarnos para seguir apoyando a los que hoy tanto nos necesitan.