#Crónica La Cámara de Diputados parecía un juguete de plástico - Mujer es Más -

#Crónica La Cámara de Diputados parecía un juguete de plástico

Era el martes 19 de septiembre pasado, en el vestíbulo principal de la Cámara de Diputados hacía calor. Los saludos, las sonrisas y los abrazos de quienes allí nos habíamos reunido para recapitular, con una exposición fotográfica, vida y obra del General Francisco J. Mújica, constituyente del 1917, convirtieron aquel espacio en la antesala del horror.

Dos horas antes, cientos de personas habíamos participado en un simulacro donde se recordó el terremoto que devastó en 1985 la Ciudad de México. Los organizadores mantuvieron el orden de hombres y mujeres y se diría que hasta hubo guasa y alegría. Nadie imaginó lo que la vida y la naturaleza nos tenía reservado.

Poco antes de la una de la tarde, Rubén Sandoval, coordinador de la exposición; Rubén Sandoval, su padre; la señora Leticia Mújica, nieta del General Mújica, su hijo Felipe y el de la voz, caminábamos hacia la salida por el pasillo del edificio H. Estando en la explanada del Congreso se activaron las alarmas e ingenuamente pensamos que se repetiría el simulacro.

A las 13:14 horas: ¡La tierra se enfadó! El colosal edificio de la Cámara de Diputados que frente a mí se levantaba parecía un juguete de plástico, pero con vida; se escucharon sus lamentos, el llanto de sus puertas, el grito de algunas de sus ventanas y la caída de lo que parecían pedazos de plafón. Por segundos miré la muerte a mi lado, cerquita.

El ejercicio tranquilo y pulcro de las 11 de la mañana ahora se había convertido en una explosión de locura. Coordinadores y vigilantes del edificio no pudieron serenar y menos contener a una multitud que salía como Dios le daba a entender. Caras lívidas, empujones, llanto y gritos acompañados por una sinfonía de sirenas que anunciaban algo siniestro.

Alguien golpeó a la señora Leticia y cayó de frente, Rubén le ayudó a levantarse con cierta dificultad en un piso que parecía de jabón, mientras los árboles danzaban con un ritmo delirante. Los cables de la luz eran cuerdas de contrabajo a punto de reventarse. Más allá una mujer madura perdió el conocimiento y convulsionó durante un minuto y segundos que parecieron eternos.

El caos no se detuvo. Los abrazos continuaron, pero ahora fueron para el consuelo. Busqué mi celular e intenté llamar a mis seres queridos sin éxito. Luego de tomar algunas imágenes, busqué a quienes acompañaba y no los encontré. Me senté en una pequeña barda del recinto gubernamental y se me humedecieron los ojos, para luego recordar aquella frase del astrofísico británico, Stephen Hawking: “No tengo miedo de la muerte, pero no tengo prisa de morir”.

Estoy vivo y triste, muy triste por la gente que murió y por aquellos que en este momento aún están en peligro. De igual modo, agradezco a todos esos hombres y mujeres anónimos que ahora mismo luchan y ofrecen ayuda. 

Cut Domínguez. Es periodista cultural. Ha dirigido espacios como la jefatura de Prensa de Difusión Cultural de la UNAM; coordinador de Prensa en la Ciudad de México del Festival Internacional Cervantino; Subdirector de Difusión del Polyforum Cultural Siqueiros; Jefe de Prensa de la Orquesta de Cámara de Bellas Artes. Asimismo, ha sido colaborador de diarios y revistas nacionales.

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