Cuando miramos a nuestro alrededor, no dudamos en afirmar que estamos experimentando una profunda crisis: ambiental, política, social, educativa, etc. Pero lo que observamos es una complejidad de la realidad, que tiene sus consecuencias tanto locales como globales, y que afecta incluso la capacidad de comprensión de lo social.
Dicha complejidad también cuestiona las tradicionales formas de resolución de problemas por parte del Estado, haciéndose cada vez más evidente sus limitaciones, e incluso los alcances de sus políticas públicas. Esto ha provocado entre otras cosas una profunda brecha entre gobernantes y gobernados, generando con ello el surgimiento de nuevos activismos, nuevas voces con formas renovadoras para resolver las problemáticas de índole común.
La innovación ciudadana tiene la intención de generar un impacto social; un grupo de ciudadanos con distintos conocimientos trabajan de forma activa creando soluciones locales, situacionales, en las que la tecnología juega un papel primordial. Mientras que la innovación trabaja a partir de un grupo de expertos, la innovación ciudadana se sustenta en estructuras donde expertos y ciudadanos afectados trabajen de manera colaborativa, bajo mecanismos de escucha y participación activa; es decir, la innovación ciudadana surge de un proceso colectivo.
Una muestra de los alcances de la innovación ciudadana es la plataforma on line, que Forensic Architectura de la Universidad de Goldsmith, con sede en Londres, dio a conocer recientemente. Se trata de una agencia dedicada a realizar investigaciones en nombre de fiscales internacionales, organizaciones de derechos humanos y ambientales.
La plataforma plasma cartográficamente y en tiempo real lo sucesos que se dieron entre el 26 y el 27 de septiembre del 2014, y en donde 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa desaparecieron.
En dicho proyecto también participaron el Equipo Argentino de Antropología Forense y el Centro Prodh (Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez), así como activistas, arquitectos, programadores web, periodistas que, con base en videos, notas periodísticas, registros, fotografías y el informe elaborado por el GIEI (Grupo Internacional de Expertos Independientes), reconstruyen la desaparición de los normalistas.
Con dicha herramienta, “Plataforma Ayotzinapa: una cartografía de la violencia”, los ciudadanos podemos explorar los sucesos y saber qué actores estuvieron presentes, cuál fue su relación, qué información falta y por qué otra ha sido desaparecida.
Este tipo de herramientas tecnológicas son de una gran potencialidad porque dan acceso a los ciudadanos a los vacíos que existen en la “verdad histórica”.
Las tecnologías y las nuevas formas de trabajo colaborativo que ponen en el centro las problemáticas comunes, son una gran posibilidad en América Latina y en especial en México para, a partir de la innovación ciudadana, dar resolución a huecos que se generan por la incapacidad del Estado.
La innovación ciudadana es una muestra de que presenciamos nuevos tiempos. La tecnología y los saberes de los ciudadanos pueden rebasar la lógica competitiva y sostenerse en una lógica más colaborativa al servicio de la comunidad.
Mayra Rojas es docente en el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores Monterrey (Campus Estado de México), en la Universidad Iberoamericana (Cd. de México). Doctora en Ciencias Sociales y Políticas (Universidad Iberoamericana).