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«MIRADA GLOBAL»: La furia de la naturaleza

La naturaleza está desatada, desenfrenada. Conforme pasan las horas del sismo de 8.2 grados en la escala de Richter –el más potente del que se tenga registro en México–, se sabe de su terrible devastación: al menos 90 muertos, millones de afectados y destrucción de miles de hogares y edificaciones en Oaxaca y Chiapas. 

La zona del Istmo de Tehuantepec es la más castigada, donde se cuentan por lo menos 71 muertos y un millón de personas afectadas. Juchitán, Unión Hidalgo, Ixtaltepec y Matías Romero conforman el espectro de la furia. Juchitán, el municipio más cercano al epicentro el sismo, es el poblado más destruido.

Aún con el avance de la ciencia y tecnología, la naturaleza siempre nos regresa al origen. Las alertas sísmicas solo nos avisan que viene, pero no con qué poder, con qué capacidad destructiva.

La noche del sismo, quienes vivimos en la Ciudad de México vimos que por fortuna la habíamos librado. Pero la experiencia de 1985 indicaba que en algún punto del país alguna tragedia habría ocurrido. El despertar fue dramático.

Además de Oaxaca, en Chiapas se contabilizan al menos 15 muertos y un millón 500 mil personas afectadas en 82 municipios. Es solo el principio. Vendrá ahora la penosa etapa de reconstrucción: dar hogar a quienes lo perdieron todo, además por supuesto de la irreparable pérdida de vidas humanas.

Mientras esto ocurre en México, en Estados Unidos “Irma”, el más potente huracán del que se tenga registro en la historia reciente, provocó la evacuación de seis millones de personas en Florida, uno de los desalojos más grandes en la historia. Poblaciones en el Caribe quedaron arrasadas. Tras su paso por las Bermudas, algunas islas perdieron las playas.

En el caso de los fenómenos meteorológicos, la ciencia permite predecirlos casi con exactitud. Aún así, los seres humanos se ven endebles ante sus consecuencias, aún en el primer mundo. Ya vimos lo que provocó Harvey en Texas, pérdidas de vidas y miles de personas que se quedaron si nada; tanto ricos como pobres.

El paso de “Katia” también provocó afectaciones en algunos estados del país. Lluvias atípicas, ríos desbordados, ciudades sumergidas y estructuras derruidas. Agosto y Septiembre se han pintado de tragedia humana. Al momento de escribir esto aún se desconocen las consecuencias de “Irma” en costas estadounidenses.

En el caso de los “monstruos” meteorológicos, hay el debate entre los científicos de si son consecuencia del cambio climático. De los terremotos solo se sabe que hay zonas propensas a sufrirlos. En realidad la naturaleza siempre se encarga de ubicarnos en la justa dimensión humana: lo indefensos que estamos ante ella. Unos más desprotegidos que otros pero a final de cuentas siempre débiles a su capacidad de destrucción. La naturaleza iguala.

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