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«COLUMNISTA INVITADO»: Corea del Norte (México juega sus fichas)

La expulsión del embajador de Corea del Norte en México Sr. Kim Hyong Gil (persona non grata), es una muestra el dinamismo de la política exterior de México en los meses recientes. De una actitud pasiva, se ha optado por tomar partida y posición en eventos muy puntuales en el contexto global: los lanzamientos sobre el mar de Japón (el último sobrevoló territorio nipón) de misiles balísticos y la reciente prueba de una supuesta bomba de hidrógeno. México condenó de manera categórica esta actitud hostil de Corea del Norte. ¿A qué responde esto?

Si bien es cierto, las actividades militares de Corea del Norte son inadmisibles ya que ponen en riesgo la paz regional y abren las compuertas a una confrontación de varios países. Asumir una posición en esto nos hace pensar que detrás de la expulsión del embajador coreano hay algo más. El mensaje no solo está dirigido a Pyongyang; va más allá. Nuevamente la política interna o los intereses nacionales se ven envueltos en la necesidad de asumir una posición en un conflicto global. ¿Qué necesidad de abrir un frente con Corea del Norte? Explico:

La relación de Corea del Norte con Japón es muy compleja. Desde el fin de la guerra en la península de Corea en 1953, Corea del Norte ha buscado la manera de mantener el régimen comunista. Para ello, además de mantener un estado totalitario, ha librado batallas ideológicas con sus enemigos: Corea del Sur, Japón y Estados Unidos.

Japón, que colonizó Corea de 1910 a 1945 es visto por los norcoreanos como un país enemigo al que continuamente lo agreden a través de propaganda y recientemente con pruebas balísticas.

Si Corea del Norte ataca a sus enemigos, Japón estaría entre los primeros objetivos, esto, naturalmente, vulnera la seguridad e integridad de Japón quien tiene un Acuerdo de Defensa Mutua con Estados Unidos y cuenta con fuerzas de autodefensa.

Japón renunció a la guerra como un mecanismo de solución de controversia y adoptó en su capítulo 9 de su constitución un espíritu pacificante. La expulsión del Embajador de Corea del Norte es un guiño a Japón quien es nuestro tercer socio comercial y con quien tenemos un Acuerdo de Asociación Económica (AAE) que entró en vigor el año 2005. Esta relación será de mucha importancia si fracasa el Tratado de Libre Comercio de Norteamérica (TLCAN). Nuevamente el factor TLCAN está presente.

En el caso de Estados Unidos es más claro. Romper con Corea del Norte es un mensaje claro de alineación y apoyo a este país en los conflictos internacionales.

No podemos decir que son nuestros socios estratégicos y no apoyar en estos temas. La posición de Vicente Fox de no apoyar (se enfermó) la intervención militar estadounidense en Irak en el 2003 no se quiere repetir, más aún cuando México ha sido maltratado por la administración del presidente Donald Trump.

El caso de DACA y las amenazas de finalizar el TLCAN son ejemplos. Además, no hay que olvidar el llamado a algunos países de América Latina de romper relaciones con Corea del Norte que hizo el vicepresidente de los Estados Unidos, Mike Pence a la región a mediados de agosto de este año durante su visita a la región. El ser actor global responsable tiene sus costos. Éste es uno de ellos.

Adolfo Laborde. Analista internacional. Profesor Investigador de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad Anáhuac http://adolfolaborde.com/

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