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«ACTOS DE PODER»: Crisis

Al momento de escribir estas líneas, no se había resuelto la crisis originada por la falta de aprobación de una Mesa Directiva.

No es la primera vez que el Congreso está en aprietos.

Hoy el PRI llama secuestradores a los partidos de oposición porque no han accedido a instalar el órgano de gobierno que conduce a la representación popular en sus sesiones.

Hace 20 años, era la oposición los que incluso hablaban de un Golpe de Estado técnico, porque los priístas impedían la instalación de la Mesa Directiva del PRD y el PAN, de la mano de sus coordinadores Porfirio Muñoz Ledo y Santiago Creel, y era la primera vez que el todo-poderoso tricolor perdía el control de uno de los poderes de la Unión.

Tres años después, el PRI perdía la Presidencia de la República.

Bien lo dice Ivonne Melgar, no es el asunto de El Fiscal Carnal lo que está detrás de la crisis. El motivo real de la embestida contra el Congreso es el Frente Opositor.

Como nunca, las “instituciones” están, y aquí tiene razón el PRI, secuestradas. Pero en esta privación de la libertad de la Cámara de Diputados participan todos los partidos políticos que ahí tienen representación.

El PRI, y MORENA también, se oponen a la coalición de fuerzas ajenas a ellos. Sienten que con un Frente les complica el escenario del 2018 frente a su oponente.

Enrique Peña cree que con un Frente Opositor, MORENA gana adeptos. Andrés Manuel López Obrador asegura que el Frente es una farsa que sólo le sirve al PRI y a lo que él llama la “Mafia del Poder”.

El PAN y el PRD están como a principio del sexenio, desplazados de la vida política del país. La debilidad de los dos partidos los hizo rehenes del régimen y por eso firmaron el Pacto por México. Eso les dio un poco de aire y los hizo ver en algunos sectores como partidos comprometidos con el país.

Pero dejaron de ser oposición.

Los pleitos internos del PAN están llegando al grado de desaparecerlo. Si ya había perdido su identidad, con la llegada de Fox a la presidencia, perdieron el partido y ganaron el poder, como bien lo decía uno de sus ideólogos.

Calderón le dio la puntilla al PAN. Impuso dos presidentes perdedores, acosó a sus adversarios, quiso imponer candidato a la presidencia y lo vapulearon, y cuando dejó el poder, ha amenazado con irse del PAN.

Ahora, su ambición es hacer candidata a la presidencia a su esposa. Calderón está minando la unidad y la credibilidad (la poca que le queda) al PAN. Ese pacto de impunidad reseñado en El Amasiato, de Álvaro Delgado, explica los movimientos desde Los Pinos para hacer estallar los ánimos aliancistas de Ricardo Anaya.

En el PRD las cosas no caminan bien desde que cometieron fraude para impedir la llegada de Alejandro Encinas a la presidencia de ese partido. Poco a poco, el partido que nació de la unión de casi todas las izquierdas, perdió la identidad. Se quedaron con los recursos Los Chuchos. Hicieron del PRD un partido de imposiciones y dependiente del poder presidencial.

La crisis legislativa podría estar resuelta a la hora que usted lea estas líneas.

Pero lo que no tiene remedio ya es el ambiente que se genera desde las cúpulas del poder: la guerra entre políticos que desean el poder a toda costa sin importar las “víctimas colaterales” –que somos todos nosotros– con tal derrotar a sus adversarios.

Estamos en medio de una guerra y habrá muchas bajas.

Y no, no hablo en sentido figurado.

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