El huracán
México y Canadá “pusieron la otra mejilla” en el marco de la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte. Ambos países ofrecieron ayuda a su vecino por la emergencia provocada en Texas por el Huracán Harvey. Mientras tanto, antes y después de la tragedia, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, amenazó con terminar el acuerdo e incluso insistió en levantar el muro en la frontera sur.
Apenas la semana pasada comentamos en este espacio que al inicio de las discusiones para “modernizar” el TLCAN, la canciller canadiense, Chrystia Freeland, destacó el apoyo de bomberos mexicanos y estadounidenses para combatir los feroces incendios forestales que están arrasando miles de hectáreas en la Columbia Británica. En aquel momento dijo que ese espíritu de colaboración debía prevalecer en la mesa de renegociación.
La oportunidad de refrendar la solidaridad se dio unos días después tras el paso de Harvey, un poderoso meteoro que dejó bajo el agua a Texas. Ipso Facto, el Primer Ministro, Justin Trudeau, ofreció la asistencia necesaria para que la población se recuperara del desastre. Por su parte, el canciller mexicano, Luis Videgaray, habló con el gobernador Greg Abbott y puso a disposición toda la ayuda posible. En un comunicado posterior, la Secretaría de Relaciones Exteriores matizó que los buenos vecinos siempre deben apoyarse en momentos de dificultad.
Y es que horas antes, Trump expresó en Twitter que México y Canadá se habían puesto difíciles y que pensaba abandonar el TLCAN. Sus ya conocidos exabruptos fueron considerados parte del proceso de negociación y muy del estilo del inquilino de la Casa Blanca. México fue claro al decir que no debatiría en las redes sociales. Por otro lado, Canadá sabía de antemano que Trump recurriría a una estrategia que domina: la del “Mad man” (hombre loco). En los próximos días veremos si después de la tormenta viene la calma, sobre todo, en la cabeza de Trump y sus ideas sobre el futuro del acuerdo comercial.
Por lo pronto, el huracán Harvey nos recuerda la importancia de la solidaridad entre los tres vecinos de América del Norte, otrora llamados “los tres amigos.”
El eclipse
Además del huracán, la semana pasada hubo otro fenómeno que también nos invita a la reflexión: el eclipse solar. El espectáculo astronómico, que fue visto en México, Estados Unidos y Canadá, nos recordó nuestra interconexión geográfica, así como las luces y sombras, que pueden cernirse sobre la región.
Una de las imágenes que ha pasado a la posteridad es la del presidente Trump contemplando directamente el sol. Se dice que de Trump se puede esperar cualquier cosa y ya nada sorprende. Pensar así es en extremo peligroso. La mencionada fotografía deja ver que el tipo es capaz de pasar por alto las recomendaciones de los especialistas para cuidar y proteger su propia vista y desafiar directamente al sol. Lo hizo de la misma manera en que ha desafiado el Acuerdo de París, so pretexto de que el cambio climático no existe. Sin embargo, la naturaleza le envió un pequeño recordatorio: un huracán categoría 4 acaba de tocar a su puerta provocando inundaciones catastróficas.
Si Trump fuera el único perjudicado de sus locuras y bravuconadas no habría motivo de preocupación. A nadie le preocupa que pierda su ya nublada visión. Sin embargo, sus desafíos al TLCAN, al acuerdo mundial contra el calentamiento global o contra Norcorea ponen en riesgo a millones de personas y aún más el futuro de la humanidad. No estamos en tiempos ancestrales para pensar que el eclipse ha marcado una nueva era de oscuridad; sin embargo, con Trump los hechos confirman que atravesamos una etapa oscurantista y de retroceso de la civilización.
Columna de Gabriel Ramírez, periodista mexicano en Canadá.