Donald Trump es una máquina diseñada para mentir. Desde que asumió la Presidencia de Estados Unidos ha expresado más de mil declaraciones falsas o engañosas, lo que equivale a un promedio de casi cinco al día, reveló una investigación de The Washington Post.
La sección del diario The Fact Checker, cuya misión es detectar la veracidad o falsedad de las declaraciones de figuras públicas, catalogó un total de mil 57 casos en los que las afirmaciones del mandatario fueron mentirosas o engañosas, equivalente a 4.9 diarias.
“En sus primeros seis meses, el presidente estaba promediando 4.6 falsedades al día, pero ha incrementado su ritmo. A este paso, no romperá la barrera de las dos mil falsedades en su primer año en el gobierno, pero aún faltan cinco meses y todo puede suceder”, escribió el autor de la investigación, Glen Kessler.
Este afán por mentir, ¿es parte de su estrategia? ¿Así es su personalidad?, ¿o es un desorden patológico? Para salir de dudas, la legisladora demócrata Zoe Lofgren presentó al Congreso una solicitud para que se abra una investigación sobre la salud psiquiátrica del mandatario estadounidense, a fin de comprobar si está en pleno uso de sus facultades mentales.
De ser aprobada, el magnate neoyorquino tendría obligatoriamente que someterse a un examen médico y psiquiátrico. “El presidente Donald J. Trump ha exhibido un patrón de conducta y de expresión alarmante que causa la preocupación de que un trastorno mental pueda haberlo convertido en una persona no apta e incapaz de cumplir con sus deberes constitucionales”, se señala en el documento.
Lofgren hace referencia a la Enmienda 25 de la Carta Magna la cual contempla que el vicepresidente y la mayoría del Gabinete pueden retirar temporalmente al presidente de su puesto declarándolo “incapaz de cumplir con los poderes y deberes de su cargo”. En ese caso, el vicepresidente se convertiría en el presidente en funciones.
Una muestra de ese aparente desorden mental lo ofreció en Phoenix la noche del pasado martes 22 donde, rodeado de un público incondicional, lanzó un virulento discurso que más parecía una diatriba desordenada con la que se defendió de las críticas por no condenar con suficiente claridad a los grupos neonazis y supremacistas blancos que se manifestaron en Charlottesville, Virginia, el pasado 12, y que en un enfrentamiento provocaron la muerte de una persona. La culpa, sí, adivinó, es de los medios.
Todo se debe a los medios “corruptos, falsos y deshonestos”… Ah, y también a los monstruosos demócratas: “Voy a ser muy claro con los demócratas que se oponen al muro e impiden la seguridad en la frontera: están poniendo en riesgo la seguridad de América”, dijo en ese mismo evento. Incluso, llegó al grado de amenazar con cerrar el gobierno si el Congreso no le autoriza recursos para el muro en el presupuesto para 2018.
Horas más tarde, en Reno, Nevada, leyó de un teleprompter un discurso en el que afirmó que en Estados Unidos “no hay división tan profunda que no podamos curar. Es hora de curar las heridas y buscar una nueva unidad basada en los valores comunes que nos unen (sic)”. Esto en abierta contradicción en tono y contenido con el espectáculo que ofreció horas antes.
James Clapper, ex director de Inteligencia Nacional, se sumó a la cada vez más larga lista de personas que se preguntan si Trump debe ocupar la Oficina Oval: “Realmente cuestiono su capacidad para ocupar ese cargo y también estoy comenzando a preguntarme por su motivación para ocuparlo”.
Y no sólo eso: consideró que el discurso que ofreció en Phoenix fue “completamente aterrador y preocupante”; denunció su “completamente vacío intelectual, moral y ético” y remató: “¿cuánto tiempo más tendrá el país que soportar esta pesadilla?”.
The New York Times, en su editorial del domingo 20 de agosto titulado “La Fallida Presidencia de Trump”, dijo que los primeros siete meses de su mandato han sido un “desastre ambulante”. El texto añadía: “Esencialmente aquí estamos: una nación liderada por un príncipe de la discordia que parece divorciado de la decencia y del sentido común”, además de que ha demostrado “incompetencia pura”.
Pese a esa opinión casi unánime, Trump prepara ya su reelección. Veremos si Estados Unidos está dispuesto a volver a elegir a un demente.