Los principales contendientes del próximo proceso electoral están inmersos en sus luchas internas, en la selección de candidatos a los cargos de elección para el 2018.
Estas tareas tienen a los dirigentes y dueños de cada partido buscando ya los perfiles de quienes abanderarán “las causas” de la nación.
En el PAN, los candidatos a senadores, gobernadores, diputados y alcaldes se definirán en función de quien sea el candidato presidencial. El ganador, sea Margarita Zavala, Rafael Moreno Valle, Ricardo Anaya, Luis Ernesto Derbez, Ernesto Ruffo o Juan Carlos Romero Hicks tendrá que ceder posiciones a los vencidos para intentar equilibrar la fuerza y tener oportunidad de competir.
Sin embargo, todo el escenario cambiará si Acción Nacional hace alianza con el PRD.
El PRI es uno de los partidos que tiene casi todo resuelto. Enrique Peña Nieto y quien sea candidato presidencial decidirán quiénes son los candidatos al resto de los cargos en disputa.
Un nuevo Maximato está a la vista, al menos en la imaginación de muchos priístas, y por ello las loas y las porras para el PPP (Primer Priísta del País) que se registraron en la XXII Asamblea del PRI, rayaron en lo irracional. Y es que los priístas no saben de disensos, están acostumbrados a la disciplina y acabarán aceptando las imposiciones de militantes y “ciudadanos” que el presidente y el candidato decidan imponerles.
El PRD es el partido que más problemas tiene. Muchos de los que quieren ser candidatos están a la espera de una alianza con el PAN. Otros están en la disyuntiva de quedarse ahí o buscar nuevos aires en MORENA. Otros tantos pelean por ir solos, sin alianza, pero saben que sus posibilidades son casi nulas. No todos tienen los recursos de Juan Zepeda como para apantallar al electorado y convertirse en la “revelación” electoral del momento.
En MORENA las cosas están más complicadas de lo que parece.
Ahí ya hay candidato presidencial. Cuando menos, ya saben el nombre de una de las candidatas de senadoras (Delfina Gómez) pero el resto de las candidaturas todavía no tienen nombre.
El caso es que, si como lo dice López Obrador, él no se va a meter a definir las postulaciones, MORENA está en grave riesgo de ser infiltrado.
Hay muchos panistas, priístas y perredistas que ya quieren una oportunidad. Y ven a MORENA como el barco que les dará una candidatura.
También hay muchos priístas, perredistas y panistas que se han acercado al MORENA para “financiar” las campañas de los morenos que tienen hartas ganas, harta gente, pero poca lana.
Lo peor es que, al no incidir en las candidaturas, Andrés Manuel López Obrador le da manga ancha a los “operadores” que se han designado para manipular las “encuestas” y las mesas de consenso para determinar quiénes son los candidatos que acompañarán a AMLO en el 18.
Hoy, las encuestas marcan a López Obrador como el personaje mejor posicionado para ganar la carrera presidencial.
Veremos si, ya con los adversarios con nombre y apellido, mantiene esa ventaja.
Pero algo que habrá de incidir en el triunfo o no del ex Jefe de Gobierno de la Ciudad de México, y es quiénes lo acompañarán como candidatos a senadores, diputados federales y locales, alcaldes y gobernadores.
Si el PRI tiene a sus Borges, Duartes y demás, en MORENA tienen a sus Salgados, Brugadas e Higinios.
Si eso es lo que van a postular, ni a cuál irle.