El término populista es un eufemismo para cubrir la idea fantasma de que el fascismo amenaza nuevamente a la sociedad porque, a final de cuentas, “el fascismo es el cultivo político de nuestros peores sentimientos irracionales: resentimiento, odio, xenofobia, el deseo del poder y el miedo”. Así lo plantea el filósofo holandés Rob Riemen en su libro “Para combatir esta era: consideraciones urgentes sobre el fascismo y el humanismo”.
Recuerda que el presidente de Estados Unidos, Roosevelt, ante la llegada del fascismo en Europa durante un discurso pronunciado en 1933, dijo que de lo único que hay que tener miedo es del miedo mismo. Apunta que Roosevelt “estaba consciente de que las sociedades dominadas por el miedo son sensibles a las falsas promesas de la ideología fascista y sus líderes autocráticos”.
¿A qué le apostó Donald Trump para obtener la presidencia de Estados Unidos? Le apostó al enojo social de las clases medias estadounidenses que se vieron afectadas por la crisis económica, al sentimiento de vulnerabilidad ante la pérdida de empleos, a la robotización tecnológica. Había que encontrar culpables. Y culpables los inmigrantes ilegales quienes llegaron de todas latitudes, a robarse empleos, atención médica, educación. La búsqueda de culpables fue una característica del fascismo de Mussolini y es de los actuales líderes populistas en el mundo. Trump es un ejemplo, pero también Nicolás Maduro, quien ha encontrado enemigos en el exterior que buscan –dice él– desestabilizar al país.
También nos dice Riemen que hay causas que están impulsando el populismo en el mundo: la incompetencia de las clases gobernantes para cubrir las principales demandas de las sociedades, el desdén de las élites que no miran más que hacia arriba y se miran entre sus pares.
No, no es gratis el surgimiento de líderes redentores que prometen en segundos terminar con añejos problemas y alimentar con mentiras los anhelos. Dicen que prometer no empobrece. Los populistas no salieron de la nada, son hijos legítimos de gobiernos incompetentes o rebasados por las circunstancias.
El holandés dice también que el amor al dinero, al poder y la fama rápida cubierto de una gran ignorancia y falta de valores universales, han abonado también a enconar a quienes no logran esos objetivos.
Recién leí un artículo en El País en el que, de acuerdo con una encuesta, el personaje más anhelado por los jóvenes hombres pero sobre todo mujeres, es Amancio Ortega, el dueño de Zara y uno de los hombres más ricos del mundo. El es el principal marco referencial cuando se trata de desear quién ser en la vida.
Platicaba con un amigo sobre el caos provocado por Trump en la Casa Blanca y en el mundo. Le dije que es ya el principio del fin de Trump y me respondió: “no te confíes, ha logrado bajar la inmigración ilegal y legal, así que podría ser reelecto”. Efectivamente pensé, con todo y sus mentiras y locuacidades, Trump ha logrado frenar al gran enemigo.
Ante los tiempos tan convulsos y aires de resentimiento que se respiran en la atmósfera, es más que urgente leer a Riemen.