No hay violencia buena. No. No hay violencia justificada ni necesaria ni divina. Tampoco hay violencia menor, tolerable o de carácter privado.
Porque aun cuando todavía amplios sectores de la población consideran que lo que pasa en sus hogares es competencia sólo de sus habitantes, esa violencia es cosa de todos.
Los golpes, gritos, ofensas, las nalgadas, los malos tratos que acontecen entre las paredes de las familias son abono de la violencia social que se traduce en la normalización del uso de la fuerza.
De ahí la importancia de que el Estado asuma, a través de sus instituciones y políticas públicas, la tarea de ponerle un alto a la cultura del castigo corporal como instrumento de crianza y corrección a los niños y adolescentes.
Por eso resulta muy importante el lanzamiento este 2 de agosto de una iniciativa del gobierno federal y la Unicef para prohibir el matrimonio infantil y eliminar los castigos corporales a menores de edad. Se trata de la Alianza por una Niñez sin Violencia, presentada este miércoles por Miguel Ángel Osorio Chong, Secretario de Gobernación.
El funcionario explicó que la estrategia busca visibilizar y sensibilizar a la sociedad mexicana sobre la violencia hacia los niños y generar conciencia sobre el impacto que este fenómeno produce.
“Se trata de atender los factores de riesgo y protección de violencia en cuatro niveles, en lo individual, en las relaciones interpersonales, en la comunidad y en la sociedad”, detalló el titular de la SEGOB.
“Se trata de dejar de normalizar y poner fin de una vez y por todas a cualquier forma de violencia en contra de los niños”, expuso Osorio Chong.
“Debemos eliminar el castigo corporal que se nos transmitió de generación en generación pensando que un golpe educa, al contrario, debemos educar en amor, en respeto y en diálogo”, planteó.
En México el 60% de los menores de 14 años ha recibido castigo psicológico o físico en su casa. Y en 8 de cada 10 casos de maltrato infantil, el padre o la madre fueron señalados como probables responsables. La violencia que deriva en delitos sexuales afecta a los menores de 18 años en el 40% de los casos que se registran en México.
“Son sólo tres cifras, tres datos que nos deben de lastimar a todos, preocupar y ocupar, por eso hablo de un compromiso del Estado mexicano”, argumentó el secretario de Gobernación.
La iniciativa incluye el objetivo de buscar que las legislaciones de los estados prohíban expresamente el matrimonio infantil.
En la presentación de la Alianza por una Niñez sin Violencia también participó el jefe de gobierno capitalino, Miguel Mancera, quien como presidente de la Conferencia Nacional de Gobernadores, advirtió que no hay todavía un acuerdo entre las distintas autoridades para una adecuada intervención ante casos de violencia hacia los niños y adolescentes, sea física, psicológica o laboral.
“No es que vayamos mal, pero todavía nos falta mucho por hacer. En principio, identificar la violencia en el día a día”, comentó el gobernante capitalino. Y se preguntó: ¿Cómo podemos rescatar a los niños que están en la calle? Generando conciencia”.
Mancera recordó que está pendiente el funcionamiento de las procuradurías estatales de defensa de los menores. Y alertó sobre un problema grave y de carácter estructural: la falta de coordinación entre autoridades como resultado de la falta de protocolos de cómo actuar y qué hacer con los niños en situación de calle.
Es cierto que en la ola de la antipolítica que ahora nos arrastra, estamos acostumbrados a despreciar los eventos de los funcionarios porque la experiencia nos dicta que en la mayoría de los casos se trata de retórica.
Sin embargo, en la construcción de una cultura sin violencia, la conciencia sobre el problema y su señalamiento resulta crucial.
Por eso la iniciativa lanzada por la UNICEF y el gobierno mexicano para inhibir a los padres y tutores que maltratan a los niños es sin duda una campaña tan necesaria como obligatoriamente colectiva.