«EL ARCÓN DE HIPATIA»: Debido proceso al código moral - Mujer es Más -

«EL ARCÓN DE HIPATIA»: Debido proceso al código moral

Los recursos que presuntamente desvió Javier Duarte en Veracruz no sólo habrían beneficiado a su esposa Karime Macías, sino también a otra mujer, señalada como otra presunta pareja sentimental. 

Durante la segunda audiencia que se llevó a cabo en el Reclusorio Norte de la Ciudad de México sobre el caso del exgobernador, uno de los fiscales mencionó a una mujer a la que llamaremos Xóchitl “N” (más adelante entenderán por qué) como supuesta pareja de Duarte. El dato surgió tras leer la declaración de José Juan Janeiro Rodríguez, exoperador financiero y uno de los principales testaferros del exgobernador de Veracruz.

Y la bomba estalló. Porque si bien en esa audiencia se vinculó a Duarte a proceso por los delitos de delincuencia organizada y operaciones con recursos de procedencia ilícita, esa no fue “la nota”. El hecho que verdaderamente acaparó la conversación fue el del supuesto amorío del exfuncionario con quien fuera la titular de un órgano educativo local.

Los diarios se llenaron de reseñas y detalles sobre la vida de Xochitl “N”: ella es “la Amante”, la “Viuda Alegre”, “toda una ‘joyita”, “la Otra”. El titular de un sitio web destacaba que, además de lidiar con el proceso penal, Javier Duarte “¡ahora está metido en líos de faldas!”.

Todo esto, acompañado con una relatoría detallada del supuesto romance, fotos íntimas y la repetición sin rubor del nombre completo de la mujer implicada, un detalle que contrasta con la forma como las autoridades se han referido al exgobernador desde que fue extraditado a México: Javier “N”, presentado en fotografías que ocultan su rostro. Una formalidad a la que están obligadas ahora para cumplir con el debido proceso, aun cuando todo mundo sepa cómo se llama y cómo es su cara.

Es triste comprobar que una parte de la ciudadanía prefirió privilegiar el linchamiento moral por sobre la exigencia de rendición de cuentas y transparencia del proceso. Ya que si bien el hoy llamado Javier “N” cometió millonarios desvíos, eso no nos insulta ni inquieta la mitad de lo que nos perturba la conducta moralmente no aceptable de Xóchitl.

Ella, según los relatos publicados, había osado acostarse con diferentes hombres sin importar el estatus civil, poseía fotografías con desnudos parciales y parecía no avergonzarle exponer su libertad sexual públicamente. Eso nos transgrede, aunque, como bien apunta Bullard, no es más que consecuencia de la dictadura de la falsa moral: “Limitar la libertad de alguien porque el ejercicio de su libertad simplemente no me gusta”.

Al día de hoy, no sabemos si Xóchitl estará indiciada, si harán una auditoría de su gestión, si está involucrada en los desvíos de fondos, lo cual debería de preocuparnos y exigir que se investigue y castigue.

Pero no importa, porque el tribunal de la corrección moral ya la condenó sin que a nadie le importara su debido proceso y sin darle siquiera la oportunidad de defenderse. ¿Para qué? Si ya conocemos la lista de hombres con los que supuestamente se relacionó, las fotos íntimas y los rumores sobre su vida sexual con detalle.

Toda esta información es irrelevante y de su exclusiva incumbencia. Pero somos una sociedad más preocupada por el cumplimiento del código moral que de la legalidad. Con medios que exacerban ese morbo por la vida del otro y el deseo de juzgar, condenar y ejecutar. Ahí sí la “justicia” es pronta y expedita.

Imposible no recordar a Bernarda de Alba, ese personaje creado por Federico García Lorca, que nos retrata a la perfección. Bernarda es una mujer para quien el concepto del honor –entendido como buen nombre, reputación e imagen pública– es medular. A esa Bernarda la podemos aun oír gritar: “Matadla, no tengan piedad de quien pisotea las buenas costumbres! ¡Carbón ardiente en el sitio de su pecado!

*Esta columna se escribió antes de conocerse la detención de Xóchitl, ocurrida el lunes 31 por la noche. Esperemos que en lo legal se respete el debido proceso que el juicio moral no respetó.

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