Una vez más, Donald Trump, ha mostrado que su visión es bastante limitada con respecto a temas que no le dejan más que una oleada de críticas destructivas que van minando su cargo en el poder. Parecería que el presidente estadounidense gozara remar contracorriente para ensuciar su imagen. Ahora el Ejército norteamericano es el punto a polemizar.
Le cuento que en junio de 2016, durante la gestión del entonces presidente Barack Obama, se tomó la decisión histórica de abrir sus puertas a transexuales en la milicia, es decir, que pudieran ser reclutados y servir al país abiertamente.
Fue un cambio de mentalidad sin tapujos, con cierta perspectiva de vanguardia y un rechazo total a la discriminación perteneciente a este sector de la sociedad. Yo me pregunto: ¿tiene algo de malo que un homosexual o transexual participe en las filas del Ejército más poderoso del planeta? Sinceramente no lo creo. Igual puede amar y defender a su país con patriotismo, opino yo.
Pero no sólo eso, meses antes de este trascendental momento (también en 2016), el Senado confirmó al primer jefe del Ejército abiertamente gay. “Es lo correcto y es otro paso para asegurar que reclutamos y mantenemos a las personas más calificadas. Nuestro Ejército, nuestra Defensa y nuestro país serán más fuertes”, aseguró Ashton Carter, secretario de la Defensa, al anunciar la apertura de las Fuerzas Armadas a los transexuales.
Si a usted todavía no le queda muy clara la definición de “transexualismo”, se trata de alguien que adquirió las características físicas de las personas del sexo contrario mediante tratamiento hormonal y quirúrgico. Quizá muchos estemos de acuerdo o no con la aparición de la comunidad lésbico-gay, pero es un hecho que es gente que merece respeto a su preferencia. Podrían no ser del afecto de algunos; sin embargo, se tiene que reconocer que hay personajes pertenecientes a esta colectividad que son destacados, admirables o visibles por el éxito en su profesión u oficio.
Estoy seguro que cualquier transexual con fervor patrio, en cualquier parte del mundo, cuenta con la capacidad de corresponder a las exigencias castrenses que exige un órgano militar. Incluso, a la propia organización militar le conviene tener un mayor número de integrantes para fortalecerse numéricamente a comparación de otras naciones.
Pero a un año de esa trascendental apertura de Obama, ahora el mandatario Trump llega a socavar lo logrado. Lo lamentable es que Donald Trump ya está perdiendo la brújula porque no está creando nuevas leyes o impulsando novedosos proyectos, sino que su propósito parece ser anular todo lo conseguido por su antecesor, como el caso del Obamacare.
Acaba de anunciar que prohibirá que los transexuales sirvan en las Fuerzas Armadas del país, tras haber consultado con sus “generales y expertos militares”. Ahora el futuro de los soldados transexuales es incierto por las creencias y complejos de su presidente, quien ahora no los quiere e incluso, los discrimina.
Me gustaría escuchar una explicación contundente y convincente por parte de Donald Trump, no una justificación sin rebasar los 140 caracteres. Dígame si esto no es inexplicable: apenas en enero pasado, unos días después de llegar a la Casa Blanca, Trump prometió la continuidad de una orden ejecutiva de Obama que prohibía a las empresas que tuvieran contratos con el gobierno federal discriminar a sus empleados LGBT. No lo comprendo.
Es casi imposible dar una estadística para calcular un porcentaje de homosexuales que hay en el Ejército de la unión americana, simplemente porque hay una cifra negra que no se atreve a “salir del clóset”, pero eso no es lo crucial, lo evidente es que Estados Unidos sigue y seguirá (no sabemos por cuánto tiempo) padeciendo un intrincado panorama de un improvisado Trump.
Atalo Mata Othón. Egresado de la escuela de periodismo Carlos Septién García. Tiene 19 años en el ejercicio del periodismo. Conduce noticiarios en Excélsior TV y es profesor universitario.