No señora, no quiero a su marido.
No señorita, no me interesa su novio.
No abuela, no voy a dejar a sus nietos sin padre.
No señor, no me gustan los hombres comprometidos.
No señor cura, no soy una pecadora.
No jefe, no soy puta.
No amiga, no soy golfa.
No vecino, no estoy caliente.
No poli, no pago mordidas mostrando mis tetas.
No santurronas, no soy pecadora.
No hijo, no te avergüences. Soy tu madre.
No madre, no soy lo que te cuentan.
No papá, no soy la que te cuentan.
No amigo gay, no ando buscando palo.
No amigo hetero, no quiero sexo.
No señor… no señora… no nada… soy una mujer madura, divorciada, soltera, libre y completa.
Tengo planes. Tengo ideas. Tengo sueños. Tengo metas.
Quiero vivir, quiero viajar, quiero leer, quiero conocer, quiero amarme. Quiero ser como todas y todos.
NO me gustan todos los hombres. Soy selectiva. Tengo gustos. Tengo preferencias. Tengo ganas sí, pero no con todos, no con cualquiera.
No se confundan.
No todo lo que brilla es oro. No todo lo que vuela es pájaro, ni todo lo que tiene tetas es mujer ni todo lo que duele mata.
No me miren feo, no me cierren puertas, no me nieguen oportunidades ni me limiten territorios.
No tengo la culpa de ser feliz, no tengo respuestas para todos, pero tampoco quiero contestarles nada.
No me jodan la vida que yo no se la jodo a nadie.
Soy libre, soy mujer y estoy entera.
¿Algún problema con ser auténtica?
¿Feminista, Revolucionaria, Contestataria, Rebelde, Antigua, Moderna, Tonta, Amable, Lista, Coqueta, Simple, Entera, Diferente?
No sé, pero soy yo, y soy la única que conozco y ésa me hace muy feliz. Dejen de juzgarme por no tener pareja. Por no tener marido ni ataduras.
Soy lo que un día decidí ser: Feliz y libre.
No todas las mujeres solas –por elección– andamos por la vida arruinando vidas ni robando hombres que ya de por sí no han salido del closet de sus propias madres. No me jodan y solo admiren mi entereza y mi plenitud de vida.
Carta dedicada a todas esas mujeres que creen que alguna –por fea o guapa que sea– les va a robar al patancito de su marido.
Raúl Piña es egresado de Ciencias de la Comunicación (UNAM). Extrovertido, el mejor contador de chistes y amante de las conversaciones largas. Fiel a su familia, de la que adopta honor, valor y mucho corazón. Vive en Toronto, Canadá, desde hace 20 años, pero sus raíces sin duda son 100% mexicanas. Escribe como le nace y como dijo Ana Karenina: “Ha tratado de vivir su vida sin herir a nadie”.