«EL ARCÓN DE HIPATIA»: Ponerse como fiera - Mujer es Más -

«EL ARCÓN DE HIPATIA»: Ponerse como fiera

Ylenia Padilla, celebridad española que se volvió famosa por concursar en los reallity show Gandía Shore de MTV y Gran Hermano VIP, ha puesto en jaque a las feministas de su país.

Ella interpreta una canción pop titulada “Pégate”, cuya letra (“moveremos muy juntitos las caderas/ vamos a bailar y a disfrutar la noche entera/ cuando tú me rozas me pones como una fiera”) no la identificaría precisamente como abanderada de alguna filosofía emancipadora. Y, en efecto, hace algunos años ella misma aseguraba que no quería feminismo, sino igualdad.

Este comportamiento inicial no desquiciaba tanto al sector “progre” porque se ajustaba a lo esperado de ella: una rubia con extensiones, sin carrera universitaria, de cuerpo voluptuoso y con operaciones de aumento de busto admitidas.

Pero ahora, desde su cuenta de Twitter, con más de 400 mil seguidores, ha proclamado a los cuatro vientos “soy feminista” y cita pensamientos de Simone de Beauvoir, los que alterna con frases menos exquisitas como ésta: “Si piensas que tu novio te puede poner los cuernos por el simple hecho de que hay mucha guarra suelta, eres una víctima del machismo social”.

Beatriz Serrano, de Buzz Feed España, la define bien: “representa todo lo que la sociedad machista quiere que sea una mujer (rubia, delgada, explosiva, sexual, disponible) y, al mismo tiempo, todo lo que esa misma sociedad detesta (es decir, todo lo anterior, pero libre)”.

El cambio de Ylenia no ha sido aceptado por muchos y la cantante ha causado una controversia que se puede ver en los comentarios de redes sociales, descalificándola como falsa y demeritándola por su maquillaje o su fama mediática. Al parecer, aquellos que creen que una persona como ella no pueda declararse feminista promueven un estereotipo clasista que se suma a los múltiples que se ciernen sobre ese movimiento.

Porque Ylenia se ha topado con el ‘feminismo’ clasista y segregante. Con ese purismo que dice que no se puede ser feminista si no hay correspondencia con la imagen que se ha delimitado para serlo. Simplificándolo, el feminismo reivindica la igualdad y la libertad de la mujer. Pero si lo llenamos de preceptos y dogmas a cumplir, ¿dónde queda la libertad como ser humano, como mujer?

Si bien ha sido polémica por descalificar a otras mujeres, creo que debemos considerar a Ylenia como una representante del feminismo con el mismo valor de cualquier otra. No consultará a las grandes ideólogas del movimiento ni cursará diplomados de género, pero simboliza a quienes, día a día, sin tener un referente teórico muy elaborado, levantan por igual la voz ante la violencia y enfrentan el reto de ser mujer en un mundo de hombres.

Para las feministas de alcurnia, este feminismo de barrio no es digno. Sin embargo, tampoco lo es el que sale de las élites de la esfera social.  

Hace meses, en las redes sociales destrozaron a Valeria Luiselli, quien publicó: “Frente a la catastróficamente imbécil realidad actual, todas las mujeres brillantes que conozco han tenido que intercambiar sus ideas por posturas; tenido que reemplazar el libre ejercicio del pensamiento complejo por el aburrido derecho a salir a la calle con cartulinas”.

Luiselli, hija del diplomático Cassio Luiselli Fernández, primer embajador de México en Sudáfrica, ha tenido la oportunidad de viajar por diferentes partes del mundo y escribir sobre ello. El torrente de críticas la destrozó por ello. Le recriminaban su estatus y oportunidades. El provenir de un sector privilegiado la descalificaba para ser vocera del movimiento.

Hoy le toca el turno del otro lado del continente a Ylenia, precisamente por las razones contrarias. El carecer de una formación exquisita y dominio de lecturas la hace inaceptable.

Al parecer, ser feminista y ser aceptada por el gremio es más complejo que levantar la voz ante un mundo misógino. Toda una paradoja que la lucha que surgió como una voz heterodoxa al estereotipo de mujer ideal impuesto por la sociedad machista, hoy centre sus fuerzas en imponer el modelo ortodoxo de la feminista idónea.

El reto no es cubrir el perfil de la feminista ideal sino, despacito, pasito a pasito, poquito a poquito, conquistar el ideal de Simone de Beauvoir: el feminismo es una forma de vivir individualmente pero luchar colectivamente.

 

 

Saraí Aguilar | @saraiarriozola Es coordinadora del Departamento de Artes y Humanidades del Centro de Investigación y Desarrollo de Educación Bilingüe en Monterrey, Nuevo León. Maestra en Artes con especialidad en Difusión Cultural y doctora en Educación. 

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