Parece que México está lleno de sectores vulnerables y vulnerados, y uno que es particularmente frágil e invisible es el de los adultos mayores. Se habla mucho de otros segmentos de la población, como los niños y adolescentes, pero muy poco o nada de quienes rebasan los 60 años. Tal vez porque tenemos miedo de envejecer y no queremos voltear a verlos, pero ahí están y pronto éste país que tenía un bono demográfico y presumía de ser “joven”, envejecerá.
Según datos del “Perfil sociodemográfico de adultos mayores 2014”, realizado por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en 20 años dicho sector de la población se duplicó para llegar a los 10.1 millones de personas; es decir, 1 de cada 10 habitantes. De todo el país, las entidades con mayor número de adultos mayores son el Estado de México con el 11.3%, seguido por la Ciudad de México con 9.9%.
Tal vez el miedo que sentimos a ser viejos está justificado, pues según datos del mismo documento, tres de cada 10 adultos mayores no tienen ningún tipo de servicio de salud (precisamente en la etapa en que los cuidados médicos son indispensables) y 4.03% vive en casas hacinadas (lo que se traduce en más de 2.5 ocupantes por habitación).
Naturalmente, debido a la edad de esta población, las limitaciones aparecerán de una forma u otra, y este informe revela que en un futuro los adultos mayores con alguna limitación o discapacidad serán la mayoría en este grupo etario. Del 2000 al 2010, este subgrupo se triplicó para llegar a los 2.8 millones; es decir, el 26.3%.
En la Ciudad de México, por cada hombre con discapacidad adulto mayor, existen 2 mujeres en esta condición. El INEGI registra a la edad como la principal causa de limitaciones físicas con 1.3 millones de casos (el 47.9%); en segundo lugar aparecen las enfermedades, en 1.1 millones de personas, o sea el 40.6%.
Los accidentes han afectado a 321 mil adultos mayores, lo que representa al 11.6% y, por último, existen “otras causas” con el 1.8%; es decir 49 mil habitantes.
Más del 57% de los adultos mayores no tienen una actividad remunerada, la mayoría son mujeres y declaran que el cuidado de la casa y los nietos son su ocupación. Mientras que sólo el 25.1% están pensionados o jubilados. Para el 32.6%, sus ingresos son a través de programas sociales.
Sin embargo, para los económicamente activos, su edad no es un impedimento, aunque para los empleadores sí lo sea; así que casi la mitad de quienes trabajan, lo hacen por cuenta propia. Lamentablemente hay un 6% que labora pero no obtiene pago. Mientras que una de cada dos personas de este grupo percibe menos de dos y hasta tres salarios mínimos mensualmente y sólo el 19.5% recibe más de tres salarios mínimos.
Los propios adultos mayores declaran que hay una importante brecha entre los salarios de hombres y mujeres; en tanto que 489 mil adultos mayores con alguna limitación o discapacidad continúan siendo productivos económicamente hablando.
Otra forma de evidenciar la inequidad en este grupo de edad, es el nivel de escolaridad. Los adultos mayores entre mayores son, menor educación formal tuvieron (sobre todo quienes superan los 85 años). En general, 28% no tuvo escolaridad alguna, 50% logró concluir la primaria y un porcentaje menor la secundaria, pero estos últimos van de los 60 a los 64 años.
Un indicador adicional importante es que a menor escolaridad en las mujeres, mayor número de hijos. De acuerdo con el “Censo de Población y Vivienda 2010”, también elaborado por el INEGI, 9 de cada 10 mujeres adultas mayores tuvieron al menos un hijo; sin embargo las mujeres sin educación formal procrearon a más de siete, aquellas que completaron la educación básica alrededor de seis, mientras que quienes terminaron la preparatoria o una carrera técnica tuvieron entre tres y cuatro. Por último, quienes concluyeron la licenciatura o posgrado de dos a tres.
Y es que es ahí en el ámbito más cercano, más íntimo donde la peor violencia se gesta, esa que nace desde dentro, en lo privado.
“La costumbre es la violencia familiar y es una forma de vida”
En entrevista, la Maestra Claudia Violeta Azar Cruz, Fiscal de Procesos en Juzgados Familiares, explica que las cifras que se desprenden son desgarradoras, pues desde abril del 2010 a la fecha, la Fiscalía zona norte ha atendido más de 55 mil casos de violencia familiar. Este tipo de violencia surge y es reproducida en el núcleo más cercano y en el 90% de los casos es generada por los hijos en contra de sus propios padres.
La fiscal señala que “la violencia familiar es aquella que se ejerce entre los integrantes de la familia, en contra de personas mayores de 60 años; puede ir desde la violencia física hasta agresiones psicoemocionales, patrimoniales y económicas”. En voz de la propia maestra Azar “la costumbre es la violencia familiar y es una forma de vida, desafortunadamente”.
Y otra costumbre arraigada es la falta de reciprocidad, como lo dice la funcionaria, que es además un delito marcado por el Código Civil, ya que “quien recibió alimentos ahora está obligado a proporcionarlos, así que debemos retribuirles eso que hicieron cuando nosotros éramos pequeños; es decir bebés, niños, adolescentes”.
“Al final del día –manifiesta– el delito que atenta contra el cumplimiento no es un delito tan denunciado, pero por desconocimiento, sin embargo, estamos obligados a proveer a nuestros padres, máxime si no tienen los recursos de subsistencia” (esa ayuda puede ser económica –obviamente– pero también en especie).
Así pues, esto sólo evidencia el desconocimiento de todos acerca de los derechos de los adultos mayores (no sólo ellos, también nosotros) y cómo todos somos corresponsables. Según la fiscal Azar Cruz, casi ningún medio solicita información de esta población etaria. Creo que preferimos no saber, pues nos negamos a ver que eventualmente seremos parte de ese grupo, pues de continuar la tendencia prevista por el INEGI, según la cual la población adulta mayor se verá duplicada en 20 años, en una veintena los adultos mayores llegarán al 20% y en 2 décadas más al 40%. También hay que prever que la mayoría llegaremos con alguna limitación o discapacidad y con una población económicamente activa incapaz de sostenernos.
Georgina Juárez Lledias. Colaboró en el suplemento cultural “El Búho”, publicado en el diario Excélsior y dirigido por René Avilés Fabila. Además, habitual colaboradora de suplementos culturales en Milenio Diario. Autora del libro digital “Alerta Femenina”, encaminado a difundir los derechos de las mujeres ante las distintas formas de violencia.