En México somos expertos en intentar ser candil de la calle y oscuridad de la casa. Dígame usted qué tiene de diferente que vengan de otros países a destruir lo que nosotros estamos acostumbrados a destruir de nuestra propia nación. Y conste que no estoy hablando de nuestros recursos naturales, la democracia, transparencia o cultura.
Lo digo por los extranjeros que fueron sorprendidos vandalizando instalaciones del Sistema de Transporte Colectivo Metro, el miércoles pasado. Era un grupo de cuatro foráneos y dos mexicanos, quienes se metieron por los respiraderos de la Línea 8 que va de Garibaldi a Constitución de 1917. Traían consigo tres cámaras fotográficas digitales, una escalera de madera, una cuerda y latas de aerosol.
Las reacciones de las autoridades, usuarios del transporte y algunos analistas en redes sociales, fueron parecidas: indignación de que “algunos extranjeros vinieron” a profanar las instalaciones del Metro. ¿Pero a qué nos referimos con estos señalamientos si frecuentemente los mexicanos nos damos un balazo en el pie?, nosotros somos nuestros verdugos y causantes de una mala imagen.
Acuérdese, un mexicano fue a quien en el Mundial de Futbol de Francia 98 se le ocurrió orinar una llama conocida como la “Flama Eterna”, abajo del Arco del Triunfo de la ciudad de París, la cual ardía desde 1921 para conmemorar a los soldados caídos en la Primera Guerra Mundial. Y así como ésa, hay varias de historias.
Aquí de lo que estamos hablando es de que, con qué cara nos vamos a quejar de los visitantes alemanes y suecos que se atrevieron a grafitear vagones o túneles de nuestro STC capitalino más importante. Aquí lo que hay que destacar es la oportuna detención por parte de los policías preventivos que pusieron a disposición de la agencia 50 del Ministerio Público los estos sujetos.
Seguramente usted que me lee se ha subido alguna vez al Metro o lo hace todos los días. Lo que debe saber y recordar es que las instalaciones del Metro son actualmente deplorables, aunque los gobernantes aseguren que hay que “darnos de santos”, porque comparado con otros subterráneos internacionales, el STC es el más barato y eficiente. ¿De veras?
El Metro de la CDMX hizo ajustes a su tarifa de 3 a 5 pesos, apenas en diciembre de 2013. Según una encuesta entonces difundida por las autoridades de este transporte, 55.7% de usuarios estaba de acuerdo con el incremento, pero poco se aclaró que la gente condicionaba el aumento a un mejor servicio en todos los sentidos.
Basta con darse una asomadita y constatar la invasión de vagoneros, carteristas, acosadores sexuales, basura o comercio ambulante. Esto sin tocar el tema central de esta columna: los grafitis.
No hace mucho al tren llamado Elena Poniatowska, de la Línea 12, lo dejaron como payaso. Por poner algunos ejemplos, están los vagones de la Línea 7, Línea 3 o Línea B, cuyos cristales están rayados o pintados, sin que nadie lo pueda evitar. Pero ahora que son extranjeros hay que hacer alarde. ¿Ahora vamos a culpar a la mala educación extranjera del deterioro de nuestro STC Metro?, ahora sí que ¡NO MANCHEN!