Con gran expectativa fui a la sede del Colegio Nacional, a la exhibición en México del documental “El laberinto de Octavio Paz”, dirigido por José María Martínez y auspiciado por el Instituto Cervantes de España. Fue en el marco del Festival del Centro Histórico de la Ciudad de México. Soy una simple admiradora de la obra del poeta, ensayista y escritor. El más universal de todos los mexicanos y no solo por ser el único reconocido con el Premio Nobel de Literatura. La disección de los mexicanos en su “Laberinto de la soledad”; el mecanismo con el que sobrevive aún el sistema político mexicano en su “Ogro filantrópico” y los ensayos en los que advertía –con años de antelación– de la caída del comunismo –“Pequeñas crónicas de grandes días”–, me convirtieron en súbdita de sus palabras e ideas.
¿Qué vi en 85 minutos de documental? Retazos de la vida de Octavio Paz hilvanados cronológicamente. Algunos videos inéditos grabados en la India. Flashazos de su niñez y adolescencia en la que su estancia en Estados Unidos lo marcó para escribir “El laberinto de la Soledad”. Su presencia en España apoyando la causa republicana; mención de su matrimonio con Elena Garro, su labor como diplomático en Francia, donde tuvo contacto con los maestros del surrealismo hasta terminar en La India. En este último país tuvo el primer encuentro con la que sería su pareja y musa hasta el último día de su vida: “Marijo”.
Es la muerte de estudiantes en el 68 el hecho que lo lleva a renunciar a su labor diplomática en La India, pero ese país lo compenetra en el mundo entre oriente y occidente, y le da otra visión a sus letras.
En el documental se escuchan las voces de personalidades como Mario Vargas Llosa, quien narra el episodio en el que durante un encuentro de intelectuales en México, organizado por Paz, pronuncia la frase que pintaría al régimen priísta para siempre: “la dictadura perfecta”. Queda claro que hubo diferencias entre los dos intelectuales. Paz no estaba de acuerdo en que era una dictadura, sino un sistema de gobierno autoritario. Pero a decir de Vargas Llosa, no hubo rompimiento entre ambos y mucho menos que el escritor peruano fuera prácticamente sacado del país, como se llegó a publicar.
También cuenta el momento en que las críticas de Octavio Paz a la revolución nicaragüense provocan que una efigie del escritor fuera quemada frente a la Embajada de Estados Unidos en México. De ahí el distanciamiento entre Paz y su amigo Carlos Fuentes, quien guardó silencio ante este hecho y partió la amistad de ambos. Con ver cómo está Nicaragua bajo el régimen faraónico de Daniel Ortega, el tiempo nuevamente le dio la razón al poeta.
En el documental desfilan también Christopher Domínguez Michael, Fernando Savater, Juan Villoro, Alberto Ruy Sánchez, Elena Poniatowska… en total 25 personalidades en torno a la figura de Octavio Paz. Cada uno de ellos, ofrece su propia visión del poeta.
Para quien no ha tenido un acercamiento con la obra y vida de Paz, el documental es una excelente invitación a sumergirse a la obra de este gran mexicano, genio de las letras universales y gran pensador.
Tal vez entre los que hemos estado interesados en él, nos hubiera gustado escuchar a Enrique Krauze, el gran ausente y uno de los hombres más cercanos al premio Nobel de literatura. También hubiese agradecido escuchar un análisis más profundo del “Laberinto de la Soledad”, obra que retrata como nadie la idiosincrasia de lo que somos y tal vez el porqué no hemos dado el gran paso como nación.
Finalmente, habría esperado encontrar un mayor análisis sobre las predicciones que el intelectual tuvo sobre la caída del comunismo y la fiera crítica al totalitarismo de izquierda que lo llevó a ser blanco del repudio de muchos en esa época, cegados por el marxismo y el estalinismo.
El documental “El laberinto de Octavio Paz” es un esfuerzo notable para interesarnos en la obra de este gran mexicano. Conocer su pensamiento, saber que México ha sido capaz de dar hombres de talla universal, nos da esperanza en el futuro. Hay que verlo.