«POTENCIAL»: Matrimonios jóvenes y viejos moldes - Mujer es Más -

«POTENCIAL»: Matrimonios jóvenes y viejos moldes

El anuncio del próximo matrimonio de Atenea, una joven que he visto crecer desde la primaria, me dejó pensando toda la tarde de ayer, en ella y en todas las ex alumnas que han publicado sus fotos de felices bodas en redes sociales. En todas mis felicitaciones les propongo que acuerden y que dejen de lado los viejos moldes. Ahora toca explicar el porqué.

En México, el 58 % de la población de 15 años o más se encuentra en situación conyugal según el INEGI y 10.5 % separada, divorciada o viuda; pero los datos cambian según el género y rango de edades: por ejemplo entre los 15 y 29 años, un 73 % de los varones son solteros, y en las mujeres el 61 %.

En el siguiente rango de edad, 30 a 59 años, las estadísticas en cuanto a las mujeres, aunque la mayoría se encuentran unidas, un 13% de la muestra se encuentran separadas, divorciadas o viudas, y aumenta entre quienes tiene 60 o más a 43 %.

De los divorcios de 2015, las estadísticas muestran que de las mujeres que se divorciaron, 18.6% tenía mayor escolaridad respecto a su cónyuge; 40.2% tenía el mismo grado de escolaridad y 17.3% era menor.

¿Qué nos muestran estas estadísticas? Que hay un 13% de matrimonios que no sobreviven a la primera década de convivencia y que el porcentaje aumenta significativamente después de dos décadas. Y siempre surgen dos preguntas básicas: ¿Por qué las mujeres deciden separarse? Y ¿Por qué antes no se separaban?

Las abuelas te lo explican claramente: antes había que aguantar, el estigma social de las divorciadas era mayor y era difícil salir adelante sin compartir la vida con el varón; sin embargo, eso ha cambiado radicalmente para las mujeres de las zonas urbanas de nuestro país, como lo muestran las estadísticas nacionales. Otra historia se presenta en comunidades rurales y de menor nivel educativo.

Los viejos moldes: hombre proveedor y mujer responsable del hogar, causan aún estragos en los matrimonios jóvenes, y lo hacen porque, enamorados como se está en las primeras etapas de la vida en común, se evita hablar de cuestiones de radical importancia: cómo se integrará el gasto familiar; cómo se desarrollarán las carreras de cada uno; cómo y cuándo se tendrán o no hijos e hijas; cómo se distribuirán las labores domésticas no remuneradas y otros temas.

Los moldes tradicionales son una impronta cultural muy fuerte. La educación universitaria no alcanza a transformarlos pues no está en sus objetivos. Una anécdota de mi vida en común ilustra cómo hasta en detalles menores el varón –universitario– se guía por la centralidad del mundo a la que está acostumbrado: Llegó el carpintero, el espacio del vestidor tenía dos paredes exactamente iguales. Ofrecí el diseño de lo que quería para mi closet y, desconcertado, él preguntó que por qué disponía de la mitad del espacio. Así es en todo.

Un nuevo matrimonio, una propuesta de vivir juntos ofrece una inigualable oportunidad de dialogar para construir, acordar para respetar la igualdad, y decir, incluso, con qué no te sientes cómodo dentro de un acuerdo equitativo. Si no se da este diálogo constructivo a las nuevas parejas, entran como sombras malditas del pasado los viejos moldes tradicionales que acabarán con los sueños en pocos años. 

Genoveva Flores. Periodista y catedrática del Tec de Monterrey.

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