«DOLCE ÁLTER EGO»: Esa nota “gourmand” - Mujer es Más -

«DOLCE ÁLTER EGO»: Esa nota “gourmand”

Esta semana intenté adquirir una esencia primaveral. Buscaba un perfume fresco, ligero y fácil de llevar todos los días. Pensé en darle una oportunidad a las novedades y así “descansar” de mis clásicos de siempre.

Tengo un gusto muy marcado por los aromas florales y cítricos. Pero esta vez iba dispuesta a probar “nuevos aromas” en los stands de las marcas más reconocidas y casi todos los que percibí me resultaron “iguales”. Ninguno olía diferente o verdaderamente fresco, porque hoy los perfumes llevan una nota en común que “se me subió a la cabeza”.

Ese dejo dulce y medio picante es la nota gourmand o “golosa” que predomina en los perfumes de este siglo, aunque surgió a fines del pasado.

La moda “golosa” comenzó en 1992, cuando el diseñador francés Thierry Mugler lanzó su primera fragancia, llamada Ángel. Una esencia que hizo historia no sólo por romper todos los récords de venta, sino también por establecer nuevos cánones en la industria del perfume.

¿A qué olía Ángel en su versión original? ¿Y por qué marcó un hito en la composición de los perfumes? La ficha técnica señala que las notas de salida son melón, coco, mandarina, casís, jazmín, bergamota y algodón de azúcar; las de corazón: miel, chabacano, zarzamoras, ciruela, orquídea, durazno, lirio de los valles, bayas y rosa; y las notas de fondo: haba tonka, ámbar, pachuli, almizcle, vainilla, chocolate oscuro y caramelo. Una Bomba azucarada que todavía (aunque en su versión actual) está entre los 10 más vendidos, compitiendo con Chanel no. 5 y Miss Dior.

Aunque está clasificado en la familia de los perfumes orientales amaderados, por la fuerte presencia del pachuli y la vainilla, lo que en su momento lo volvió un perfume diferente y definitivamente “avasallador”, fueron sus notas de algodón de azúcar, chocolate y caramelo (toffe).

Con su aparición, todas las fragancias orientales clásicas se volvieron “viejas” y “conservadoras”, léase Shalimar y Opium.

Desde entonces, el mercado se saturó de aromas empalagosos con notas de panacota, naranja o manzana caramelizada, creme brulée, dátil, canela, chocolate amargo y blanco, mermelada, bombón, azúcar moreno, praliné, frangipangi, sorbete, turrón, macarrón, crema batida y cup cake. ¡Qué derroche de amor, cuánta dulzura!

Perfumes como Pink Sugar (de Aquolina), Fantasy (de Britney Spears), Lolita Lempicka, Candy (de Prada) o Les Gourmandises (de Nina Ricci, 2017), comparten una nota avainillada de fondo a partir de la cual juegan con una combinación de flores, frutas y golosinas más dulce.

Fantasy, por ejemplo (lanzada en 2005 por la otrora estrella juvenil bajo el sello de Elizabeth Arden), se compone de kiwi, membrillo, litchi, chocolate blanco, jazmín, orquídea y cup cake. Y aunque usted no lo crea, sigue siendo el favorito de millones de mujeres, lo mismo jóvenes que maduras. Al parecer, su éxito radica en que pese a ser dulce no resulta empalagoso, y se debe también a sus notas de salida que provienen de la acidez chispeante de sus frutas tropicales.

Todas las notas “comestibles” de los perfumes gourmand provocan una sensación de euforia y alegría, igual que el chocolate. Pero también, contrario a lo que podría pensarse, son consideradas por los varones como “sensuales”. ¿Por qué? Según un estudio sobre los olores y la excitación masculina realizado por Hirsh en Chicago –en 1995–, en el que se les pidió a hombres entre 18 y 60 años que olieran combinaciones de aromas de perfumes y alimentos, la mezcla de “pay de calabaza” y “lavanda” causó una considerable excitación sexual en 40% de los encuestados.

Al parecer, la memoria olfativa cariñosa de la infancia a la que apelan estos perfumes (vía las notas golosas), en combinación con las notas cálidas del almizcle, haba tonka, ámbar o pachuli, dan como resultado la aparición de un ánimo sensual en quien los usa y los percibe, disponiéndolos así a la pasión. ¡Qué peligroso!

Tras declinar a todas las sugerencias de las vendedoras, que ya me veían con caras de ¡qué difícil señora!, opté por regresar otro día en busca de perfumes “raros”.

Así fue que descubrí otra tendencia que emerge lentamente y que pronto será la moda, una con la que definitivamente yo me identifico. Se trata de los perfumes con notas verdes, herbales y fougères (helechos); es decir, que huelen a hojas, vegetales y pastos recién cortados como hiedra, té, palmera, enebro, romero, hinojo, albahaca, espárragos, tomate, pepino, algas, menta, galbano, orégano, apio, valeriana, ginko y cannabis.

Originalmente usados sólo en fragancias masculinas, los olores a bosque, terrosos y húmedos, hoy se añaden a las femeninas con éxito.

Yo no quiero oler a praliné, cup cake de limón, manzana caramelizada o creme brulée. Mejor los preparo para endulzar a mi amor.

A ver si así él me regala los dos perfumes que ya elegí. Uno huele a pepino, hoja de loto, bambú y flor de cactus con lirios del valle y azucenas (Cucumber, de Marc Jacobs, 2016). El otro, aún más fascinante y tóxico, huele a menta, marihuana, rosa y vetiver (Florabotanica, de Balenciaga, 2012).

Y tú, ¿también sabes a praliné?

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