Me gusta la fiesta, bailar y tomar unos buenos alcoholitos. También me gusta leer y viajar, más ahora que vivo sola. Me dicen que soy una persona divertida y la verdad me encanta la idea de saber que me conocen como alguien feliz, aún cuando no saben la historia de mi vida.
Hace meses me enteré por unas amigas que tengo en mis redes sociales que hay un grupo en el que se inscriben hombres y mujeres solteros mayores para divertirse. No dudé en registrarme al ver lo gracioso del nombre del grupo y participar en sus “chats”: chavos rucos solteros.
Un día me llegó un mensaje privado que decía palabras halagadoras y coquetas. Iniciamos una buena plática. Él sabía que vivo en la ciudad de la eterna primavera y me dijo que estábamos muy cerca y que podíamos estarlo más con sólo vernos. Por mi seguridad le pregunté quién era él, antes de aceptar su invitación a un café. Me explicó que era divorciado, abogado, pero que decidió dejar su despacho y litigar porque estaba cansado de hacerlo, así que prefirió dedicarse a lo que le apasiona: la cocina. Tuvo un pequeño negocio. Lamentablemente el chavo que era su ayudante le robó y después, al parecer, fue el autor intelectual del asalto que sufrió. Tuvo que cerrar por el miedo a que eso le sucediera de nuevo.
Pregunté por qué estaba solo y me dijo que había tenido dos relaciones importantes en su vida; la primera, le dejó una hija que vive con la mamá. La segunda relación terminó hace poco porque ella es irritante, celosa y controladora. Aparte, él se enteró que sus dos “ex” ahora son amigas y le hacían la vida de cuadritos. Por eso, marcó su raya y se fue de la capital.
Me convenció saber que era soltero y sin responsabilidad alguna, pues con su hija lejos, podía dedicarse sólo a nosotros. Me gusta la idea de que finalmente puedo llegar acompañada a las reuniones sociales, no ser “la que llega siempre sola” y a la que critican por hablar con los maridos de otras mujeres. Acepté tomar el café y nos vimos un par de días después.
A partir de ahí, todo fue rápido. Es todo un caballero: te abre la puerta del coche, siempre está atento a ti y sus palabras galantes me hacen sentir única. Me dice que me va a cuidar, proteger y hacer que me sienta totalmente plena. Para él, la mujer debe ser respetada ante todo. Lo único que pide es honestidad y que “no lo rompa”. Es encantador.
A las dos semanas, me preparó cena en su casa. Es excelente cocinero y con sus platillos, enamora. Su gusto por la buena mesa te hace suponer que es un hombre de mundo. Desde su vajilla hasta sus mantelitos individuales, son bellos. Le pregunté dónde los compró y me dijo que había sido un regalo de su hija. Presume ser sibarita, le gusta la buena vida aunque me dice que no ha viajado mucho. Al mismo tiempo, me sorprende cómo conoce todas las taquerías que hay en las calles de la ciudad y sus alrededores, y bromea llamándose el “rey del puesto metálico”. Pues entre vino y vino (no eran copas, sino botellas) y la rica música de fondo, acercó su mano a la mía, temblé y de la nada nos besamos hasta terminar hechos nudo en un abrazo madrugador. Tiene una manera de seducirte y tocarte que es imposible de comparar. Me dice que lo único que le importa es darme placer. Es mágico.
Empezó a enviar mensajes todos los días a cualquier hora para saber qué necesito, qué quiero, cuándo nos vemos; me envía poemas y canciones amorosas con dedicatoria y se atrevió a llegar al colegio en el que doy clases, porque le encanta dar sorpresas.
Si hay algún desperfecto en casa, no duda en arreglarlo. Se hace cargo de todo lo que no me gusta hacer, en especial de tener mi coche bien y al día. Decretó que viajaremos mucho, me llevará a todos los pueblos mágicos y a Paris. Cada fin de semana busca a dónde ir, me avisa, hago las reservaciones (él no puede porque tiene problemas con sus tarjetas de crédito que espera arreglar pronto…) y nos escapamos a lo que llamamos nuestro paraíso. Vamos en mi coche, pues hace más de un año no encontraron refacciones para el suyo y ahora le cuesta igual arreglarlo que comprar otro, cosa que hará en cuanto le vaya bien en su próximo negocio. Nuestra relación es maravillosa.
Chavos Rucos Solteros organizó una fiesta. El costo incluía la comida, alcohol, la noche en el hotel y los chilaquiles de desayuno. Me di cuenta que era el día de su cumpleaños 50. ¡Perfecta manera de festejar! Le pregunté si iba a ir y me dijo que le parecía muy caro, que prefería no hacerlo porque no le gusta celebrar sus cumpleaños (aunque me había contado que alguna vez su ex le hizo una fiesta sorpresa y acostumbraba que ella lo invitara a un buen espectáculo y cenar). Además, mencionó que su negocio no le generaba el dinero que quería y prefería no gastar en eso. La ha pasado mal porque dice ser “millonario en papel”, ya que muchos le deben tanto y no le pagan. De hecho, tiene varias demandas en trámite para conseguirlo. Lo malo es que eso puede tomar años y ¿mientras? Pues tiene que buscarle y por eso va a empezar pronto un negocio. Es excelente emprendedor, tiene ideas geniales y por suerte, creo que convencí a unos amigos míos a que sean sus socios en su nuevo restaurante.
Regresando a la fiesta… él no sabía que yo no me iba a perder la oportunidad de llegar acompañada a conocer al resto de solteros. Me aparecí en su casa temprano en la mañana, le pedí que se cambiara y lo llevé conmigo pues ya tenía los boletos comprados.
La fiesta fue inolvidable. Conforme corrían las horas y bajo los efectos del trago, se veía cómo se formaban nuevas parejas. Casi llegando la media noche, se separó un buen rato de la fiesta para hablar por teléfono. Con respeto le pregunté si todo estaba bien cuando lo vi llegar con la cara desencajada. Sólo me dijo: “era mi ex… vamos a bailar, me gusta bailar”, y me tomó de la cintura sin decir más. Después de sentirlo raro, como si estuviera pensando en muchas cosas a la vez, dentro de la seriedad que permite la buena borrachera que llevábamos, se acercó y me dijo: “¿Qué me dirías si te pido que nos casemos? ¿Me aceptarías aun conociéndonos tan poco?”. No dude en aceptarlo. ¡Me pidió matrimonio! ¡Una total sorpresa! Lo anunciamos a todos y de repente fuimos el centro de atención.
Festejamos doble: su cumpleaños y el compromiso. También me pidió poner fecha lo más pronto posible y de inmediato decidimos que sería dentro de seis meses, así podríamos pasar Navidad, Año Nuevo y el Día del Amor juntos antes de la ceremonia, conocernos y enamorarnos más.
Todos me dicen que les encanta verme sonreír y que somos la pareja perfecta. Mis amigas guapas vendrán a la boda. Muchas lo conocen sólo en las fotos que pongo en Facebook. Obvio, les doy una retocada para presumirnos jóvenes y bellos. Aunque no lo conocen, ahora son cercanos, tanto que el las llama “sisters”, madrinas o cuñadas. Es más, alguna de mis amigas le ha preguntado que dónde se consigue un hombre como él. Me envidian. Pero él es mío.
Se acerca la fecha y estoy como loca con los preparativos. Son pocos los que me han cuestionado por qué fue tan rápido el compromiso y la fecha de boda (no creen que nos conocimos hace apenas dos meses). Mi respuesta es lo que él me dice repetidamente: “¿Y por qué no? Al final de cuentas la vida hay que vivirla al día e intensamente, no somos niños para tener tiempo de esperar. Estoy seguro que eres el amor de mi vida. Te sueño en nuestro futuro disfrutando nuestra vejez juntos, viajando mucho y en nuestra casita con huerto, nuestros perros y el vinito en la mano”.
No me parece raro que no tenga relación con su familia pues de lo que cuenta, algunos de ellos le han robado, son muy groseros y malagradecidos. A su hija no la ve. Dice que él da su vida por ella, pero no es fácil visitarla porque la ex mujer lo limita mucho. Entiendo que aunque trate de hacerlo, también es un gasto enorme ir a donde vive.
Lo único que me parece raro es que en su red social no pone fotos ni comentarios de nosotros. De hecho, tardó dos meses para cambiar su estado en Facebook y decir que estábamos comprometidos. Si lo hizo fue porque se lo pedí insistentemente. Me dice que sólo usa su red para el altruismo (aún no tengo claro qué hace, pero debe ser bueno) y para su negocio, aunque lo veo casi todo el tiempo tecleando en su celular y ni idea de con quién habla. También me cuenta que como sus anteriores parejas son enfermas mentales y despechadas, pueden inventar cualquier cosa y mentiras. Lo bueno es que él es un experto en eso de la privacidad y seguridad de las redes, y ahora se hace cargo de cuidar y proteger todo lo que pongo en las mías, porque no entiendo mucho de eso. Por lo menos participa en mi muro y le pone “likes” a mis publicaciones.
¡Pobre! Le ha tocado tan mala suerte en su vida, con su familia, sus parejas, sus socios, sus amigos y sus negocios. Por eso le creo todo cuando me dice que conmigo es diferente y que es finalmente feliz. Debe olvidar su pasado y ver sólo el futuro conmigo, mi familia y mis amigos. Se lo merece. Confío plenamente en él. Eso es lo que importa, ¿no? Así que…
Lo que tengo claro es que me encanta estar con él, me fascina cómo me consiente, me cuida, me besa y me abraza. Cuento los días para la boda y para que se instale en mi casa. Le he pedido que no esperemos más para vivir juntos pero dice que no quiere hacerlo hasta estar casados por respeto a mi mamá y familia, y para que no vayan a decir que es un arrimado. De cualquier manera, lo voy a convencer. Mientras más pronto, mejor.
Quién iba a pensar que ese café iba a cambiar mi vida tan rápido cuando me sentía en el final. ¡Estoy enamoradísima!
Citlalli Berruecos. Tienes estudios de Sociología en la UNAM y la Universidad Complutense de Madrid, España. Licenciatura en Lengua y Literatura Inglesa, UNAM. Maestría en Educación con especialidad en Educación a Distancia, Universidad de Athabasca, Canadá.