«CUARTO PISO»: Alguien tiene que decir la verdad - Mujer es Más -

«CUARTO PISO»: Alguien tiene que decir la verdad

“No se mata la verdad, matando periodistas”, se leía ayer en una manta en Oaxaca. Periodistas en ese Estado salieron a las calles para manifestar su rechazo a la violenta situación que desde hace mucho se ha desatado contra la prensa en México y que en los últimos meses se ha intensificado.

Eso lo sabe el mundo. Nuestro país encabeza la lista de las naciones más peligrosas para ejercer el periodismo.

Y eso también lo sabía Miroslava Breach, pero no se calló, por eso la mataron.

No se cansó de decir “alguien tiene que decir la verdad”, hasta que la ejecutaron.

No importa si fue un grupo criminal, la instrucción de algún político, encargo de algún empresario o víctima de la narcopolítica, como dice el gobernador Javier Corral. El hecho es que hay una periodista más asesinada y nadie hace nada. 

No la conocí personalmente, pero la leía con frecuencia en La Jornada. Su trabajo como corresponsal en el estado de Chihuahua, con su pluma aguda, crítica e incisiva, incomodaba a muchos.

Escribía sobre temas que lastiman, que exhiben e indignan, no solo a Chihuahua, sino a todo el país. Corrupción, impunidad de instituciones del estado infiltradas por el narcotráfico; del enriquecimiento del ex gobernador César Duarte, hoy prófugo de la justicia; del despojo de tierras a indígenas, los derechos de las mujeres y de todo lo que tuviera que denunciarse.

Unos días antes de ser asesinada la leí. Escribió sobre las fosas clandestinas encontradas en Madera, Chihuahua.

El asesinato de periodistas no ha sido prioridad en la agenda de ningún mandatario. No les ha importado el problema. Así, seguiremos en los penosos primeros lugares. Hoy, México ocupa el tercer lugar dentro de los países más letales para los periodistas, solo después de Afganistán y Siria.

El asesinato de Miroslava provocó indignación nacional. Lo hicieron frente a su hijo de 14 años. Hemos exigido que se esclarezca el caso, que encuentren a los culpables y que se les castigue de manera ejemplar. Ha habido marchas y plantones. Han salido las pancartas “ni un periodista más”. ¿Y luego? La historia volverá a empezar, quizá muy pronto, ojalá que no, con otro nombre y otra familia de luto. Porque así se ha engrosado la lista de casos no resueltos y que rápidamente se van al olvido de las autoridades.

En los últimos cuatro meses han matado a cuatro periodistas. Los últimos tres ocurrieron en marzo.

En diciembre, también en Chihuahua, fue asesinado Jesús Adrián Rodríguez Samaniego, de Antena Radio (menuda tarea para el gobernador Corral de resolver ya dos asesinatos de periodistas en su estado).  A principios de este mes, mataron a Cecilio Pineda Brito, director del Diario La Voz de la Tierra Caliente, de Guerrero. El 19 de marzo, la víctima fue Ricardo Monlui Cabrera, director de El Político y presidente de la Asociación de Periodistas y Reporteros Gráficos de Córdoba y la Región.

Según la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, en los últimos 17 años, es decir durante los sexenios de Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña, han sido asesinados 123 periodistas.

Solo en esta administración van 33 colegas ejecutados.

Veracruz es el estado en el que han matado más periodistas, 20.

¿Usted ha escuchado un mensaje fuerte, alguna propuesta, iniciativa o algo para detener estos asesinatos y que no haya impunidad? Yo tampoco.

La recomendación de la CNDH sobre el ejercicio de la libertad de expresión en México, es un triste llamado que lamentablemente nadie atiende: “las autoridades deben generar las condiciones necesarias para que los periodistas puedan desarrollar su labor sin verse sometidos a amenazas de ningún tipo”.

El panorama para nuestro profundamente lastimado gremio es gris, en medio de esta violenta vorágine no se asoma ni la claridad ni la tranquilidad. Ojalá me equivoque y haya resultados sólidos de las indagatorias, que den con los responsables y no culpables a modo para cerrar la investigación.

Mi solidaridad con la familia de Miroslava y con la de todos mis colegas periodistas que han sido asesinados en nuestro amado y dolido México.

Tres días de luto para Miroslava no sirven de nada.

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