«ACTOS DE PODER»: Moreira y Calderón, la desmemoria indignante - Mujer es Más -

«ACTOS DE PODER»: Moreira y Calderón, la desmemoria indignante

Uno asegura que el otro se indignó por la llegada de las Fuerzas Armadas a “su” estado para combatir al crimen organizado.

El otro refuta y acusa: él se robó la presidencia en 2006.

Ambos fueron presidentes de sus partidos. Uno de Acción Nacional y el otro del PRI.

Los dos tuvieron como cercana a la profesora Elba Esther.

Ambos fueron figuras políticas importantes en la década pasada.

Uno y otro quieren regresar a la política. Uno como diputado local. Otro como esposo de una aspirante a la Presidencia de México.

A uno lo acusaron de dejar endeudado a su estado usando prácticas ilegales e inmorales.

Al otro lo señalan como al que llevó a México a convertirse en una gran fosa y llevar al país a un baño de sangre que aún persiste.

Cuando gobernador, uno saltó a la palestra nacional por ser el primer funcionario en llegar a Pasta de Conchos y demandar desde ahí una pronta acción del gobierno federal para rescatar a los mineros atrapados. No lo logró.

El otro se rebeló a los deseos de su entonces jefe, el presidente de México, y se autopostuló como candidato a la presidencia.

A uno le encanta el baile. Y no pierde la oportunidad de hacerlo en cualquier foro.

Al otro le gusta la cantada. Y tampoco pierde oportunidad.

Sus compañeros de partido acusan a los dos de ser un lastre para el futuro político y electoral de sus respectivas agrupaciones.

Curioso, pero ahora son los personajes que recuerdan con claridad lo que hicieron y lo que dejaron de hacer, hace más de una década.

Uno amenaza al otro con llevarlo a la cárcel si su compadre gana la elección en Coahuila.

El otro lo compara con el más oscuro y vil de los personajes de la historia patria.

Mientras uno lo acusa de ladrón, el otro le responde que es borracho y asesino.

Uno, Felipe Calderón, busca que su esposa, Margarita Zavala sea la candidata del PAN a la presidencia.

Otro, Humberto Moreira, será diputado local por un partidito coahuilense que le dará hilos para obstruir el trabajo de quien gane la elección para gobernador.

Humberto Moreira no reveló en 2006 la firma de una carta en la que los priístas reconocieron a Calderón como presidente. Aun cuando dice que él no la signó, su deber moral debió indicarle que lo tenía que decir justo cuando este país se dividió entre quienes creen firmemente que Calderón no ganó la presidencia y los que aceptaron el fallo de siete personas de un Tribunal que no se atrevió a anular la elección después de todas la anomalías demostradas en el proceso. 

Felipe Calderón no llevó ante la justicia al gobernador que, según sus dichos, dejó que un grupo criminal durmiera plácidamente en Coahuila, mientras el país se desangraba en una guerra comenzada por el michoacano para aplacar, dice Moreira, los ánimos encendidos de quienes no lo querían en la presidencia.

Humberto Moreira y Felipe Calderón demostraron hoy de qué están hechos. No son los políticos que dicen que son. Y sí, son los políticos que vemos ahora y de los que estamos hartos los mexicanos.

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