La mayoría de los internautas han visto un video en el que un profesor fue graciosamente interrumpido por sus hijos en la televisión, durante una entrevista en vivo por la cadena BBC. Robert E. Kelly se convirtió en una sensación viral después de que trataba de ser entrevistado sobre la crisis política en Corea del Sur y recibió algunos invitados inesperados: sus hijos, quienes insistían en interrumpirlo y él quedaba paralizado sin saber reaccionar. La reacción del video superó cualquier expectativa pronosticada para su entrevista, acumulando hasta el sábado 23 millones de visitas en YouTube.
Un show de comedia de Nueva Zelanda, Jono y Ben, hizo una versión de parodia, mostrando cómo una madre podría manejar la misma situación. En medio de la respuesta a una pregunta sobre Corea del Sur, la mamá, interpretada por Kate Wordsworth, alimenta a su hija con biberón, entretiene a su otro bebé con un juguete, prepara la cena, apaga una bomba, limpia un inodoro, plancha una camisa e intenta ayudar al marido a buscar un calcetín. Así que, en otras palabras, muestra una de las diferencias más popularmente marcadas entre hombres y mujeres: el “multitasking”.
Las reacciones no se hicieron esperar. En el portal de Facebook del show, hubo hombres y mujeres que lo tomaron con sentido del humor. Por el contrario, otro sector (mujeres en su mayoría) se sintió agredido por promover la sobrecarga laboral y estereotipos de la mujer. Al momento de redactar esta columna, el video llevaba más de 20 mil comentarios… que no lograban concluir de qué lado estaba la razón.
Discusiones con este tipo de carga ideológica no respetan fronteras. Es el caso de México, cuya comunidad cibernética protagoniza un debate igual de intenso. Mientras algunos discutían en redes sobre la validez o gravedad de gritarle “guapa” a una bloguera que denunció ese piropo como acoso, hubo comunicadores que fueron metafóricamente “linchados” en sitios feministas por haber dado una opinión que no coincidía con sus posturas.
Si bien es cierto que no se puede minimizar el tema de la violencia de género y la lucha contra el acoso sexual, la explotación laboral y la conquista de derechos que las mujeres hemos tenido que dar, al parecer en esta lucha por reposicionarnos nos hemos empantanado en discusiones estériles, en los que parece más importante demostrar la superioridad moral que acordar soluciones.
Se pierde el tiempo en analizar hasta el cansancio bromas sobre las diferencias entre hombres o mujeres o juzgar la validez de aceptar un halago como símbolo de cortejo. Y en el proceso confundimos el camino. Tenemos las suficientes capacidades como mujeres para dar la batalla entendiendo que no es en la segregación o intolerancia donde lograremos la victoria, sino en el enriquecimiento que da la interacción entre diversos. Y que dicha interacción no implica bajar la guardia en los temas de la agenda feminista.
Al leer todo esto no se puede menos que recordar la brillante obra de Sartre: “A puerta Cerrada”. En ella se narra cómo tres personas son condenadas a compartir la eternidad donde no hay torturas ni verdugos, solo están condenados a vivir bajo la mirada del otro. La mirada del otro que juzga, que no deja vivir, se convierte en el verdadero infierno. No obstante, cuando hay una oportunidad de escape, ninguno se atreve a tomarla.
Al parecer sin notarlo, hemos convertido nuestra coexistencia en nuestro propio infierno. Y nos hemos enlazado en nuestra permanencia en él. No podemos abandonar el infierno mientras sigamos confundiendo la causa de la equidad con una lucha de géneros. Y mientras esto suceda seguiremos condenados a vivir encerrados en el desgaste eterno de los juicios fútiles, en el recorrer caminos que no conducen a ningún lado, sino a vivir en el infierno de la mirada del otro.
Saraí Aguilar | @saraiarriozola Es coordinadora del Departamento de Artes y Humanidades del Centro de Investigación y Desarrollo de Educación Bilingüe en Monterrey, Nuevo León. Maestra en Artes con especialidad en Difusión Cultural y doctora en Educación.