Una vitalidad que contagia, un tono de voz claro, sencillo y alegre cuelga de cada frase de Pilar Medina. Una inteligencia y una preparación evidentes sobresalen, quizá, por encima de una cordialidad que se ha adueñado de sus palabras. Su fórmula: dedicarse a la danza como a la vida misma.
“La danza me ha enseñado todo, me ha acercado a gente disciplinada, me ha enseñado a ser divertida, gozosa, a cuidarme, a cuidar a los demás, a ser generosa, a escuchar el silencio, a no estar en el barullo de lo absurdo; pero, sobre todo, me ha enseñado a estudiar y a ser inquieta”, pregona.
En los últimos 40 años, Pilar Medina se ha presentado en los festivales culturales más importantes, así como en algunos de los foros más reconocidos del mundo. Desde 1982 hasta la fecha, sus obras coreográficas unipersonales se estrenan mostrando un sello de experimentación y fusión de diversos lenguajes escénicos, mismo que la sitúa como una bailarina de riesgo y emblemática dentro de la danza contemporánea mexicana.
Al respecto, explica: cuando se aprende una técnica, que va de los seis a los ocho años y tarda a veces hasta los 18, el cuerpo se transforma hacia una manera de danza: clásica, ballet, contemporánea, folklórica o étnica, española, etc. Entonces los músculos y toda la formación, incluso mental, ya está fortificada en una jovencita; pero a la hora de la creación esa técnica puede modificarse, como ha sido mi caso.
Con sus dichos, vehementes y rápidos, el tema parece más fácil de lo que en realidad es. Luego añade: después de haber aprendido danza clásica española, aprendí pantomima, danza contemporánea, poesía… La danza me ha permitido aprender de todo, de manera que cada una de mis obras ha tenido un riesgo; “Bodas del Quebranto”, por ejemplo, fue una ruptura tremenda, tanto por vestuario como por la forma. Revela también cómo aprendió a zapatear, a moverse y a girar en el escenario. No porque fuera yo una rebelde sin causa, sino que mi causa era hablar de un tema.
Quien se declara como abierta opositora al confort como artista, orgullosa como persona, pero a la vez alegre, opina que el código social donde se encasillaba hace algunos años a la danza como una disciplina mayoritariamente femenina, no es el mismo.
Dice que por fortuna hoy día hay excelentes bailarines y coreógrafos. Precisa que esta idea ha cambiado, tanto en la Ciudad de México como en provincia. Así como hay mujeres técnicas, tramoyistas y jalacables, hay también muchos varones en la danza, particularmente en el folklore; el problema es ¿cómo vivir de la danza?, pero éste es tanto para hombres como para mujeres.
Para condimentar sus coreografías, Pilar Medina, que por cierto confiesa sus gustos por la enfermería, el jockey y la cocina, de no haber sido bailarina, admite que toda su vida ha trabajado con hombres porque de ellos le gusta su energía, que se aproximen con tino a las situaciones y por tener un mecanismo mental muy definido.
A propósito de su más reciente obra “Hipotermia”, que le llevó dos años creando coreográfica y sonoramente junto con el compositor Joaquín López “Chaz”, la bailarina, coreógrafa e investigadora señala que se trata de reflexionar sobre el frío que se está apoderando de las emociones, del amor y de la comunicación que sostienen la vida humana.
“La metáfora es salir de un lugar gélido, sin sonido, sin olor, sin sabor, en el que está cayendo nuestra naturaleza humana y poder romper esos hielos interiores a través de temperaturas orgánicas hasta llegar a una propuesta cálida”, relata.
Pilar Medina se había presentado en dos ocasiones en el Foro Sor Juana Inés de la Cruz del CCU, con los estrenos Himno y Entrega Inmediata, de modo que nos comparte su inclinación por el espacio universitario.
“Me gustan los teatros pequeños, cortos. Mi danza tiene detalles de sensualidad, físicos, orgánicos, que se pueden apreciar más en espacios pequeños o alternativos como el Sor Juana, que no en los teatros grandes. Tenía muchas ganas de regresar a la UNAM”.
Una charla breve concluye con una respuesta fugaz: ¿cómo se define Pilar Medina? “Un largo aliento”, concluye.
Cut Domínguez. Es periodista cultural. Ha dirigido espacios como la jefatura de Prensa de Difusión Cultural de la UNAM; coordinador de Prensa en la Ciudad de México del Festival Internacional Cervantino; Subdirector de Difusión del Polyforum Cultural Siqueiros; Jefe de Prensa de la Orquesta de Cámara de Bellas Artes. Asimismo, ha sido colaborador de diarios y revistas nacionales.