David Fincher es un talentoso director estadounidense proveniente del mundo del videoclip, que hizo su camino al estrellato de Hollywood a golpe de buenos trabajos (aunque con una especie de reconocimiento tardío).
Alien³, Se7en y The Game
El debut de Fincher tuvo lugar en 1993 con “Alien³“, que pese recibir una nominación al Oscar por efectos visuales, realmente no fue bien recibida ni por la crítica ni por la taquilla. Fincher se metía además con una de las sagas más veneradas del cine y eso siempre es peliagudo.
La enormísima “Alien” (1979) de Ridley Scott, obra maestra del terror y el viaje espacial que le permitió a Sigourney Weaver hacer el inevitable tránsito de actriz joven y sexy a actriz de carácter, no en varias películas como es usual, sino en la misma cinta, fue seguida por “Aliens” (1986), de James Cameron, que es una secuela enfocada en el combate abierto, con marines y toda la cosa, contra el mortífero alien.
La cinta de Fincher por el contrario, pretende adentrarse en la pesadilla personal del personaje de Weaver (Ripley) más que en la acción bélica contra el Alien, ahora encerrados todos en una especie de thriller de plaza sitiada en una prisión espacial. Con todo, “Alien³“ se ha reposicionado con el paso del tiempo, sobre todo después del descrédito comercial y el desgaste de la cuarta parte “Alien resurrection”, la desigual pero problemática saga colateral “Alien vs Predator” y la extraña precuela de Ridley Scott: “Prometheus”; ya no digamos la ya muy inminente “Alien Covenant”.
En 1995 Fincher dirigió “Se7en”, basada en un guión de Andrew Kevin Walker, que se volvió sin discusión el estándar por excelencia del subgénero de asesinos seriales: Dos detectives (interpretados brillantemente por Brad Pitt y Morgan Freeman) dan caza a un asesino serial (Kevin Spacey, genial) que basa sus asesinatos en los siete pecados capitales.
“Se7en” es una obra maestra: Fincher a tope en su estilo directo, descarnado, sin concesiones, pero elegante y sofisticado visualmente; es un film alucinante y feroz: Todo es puesto en cuestión, desde el crimen mismo, la culpa, nuestro concepto de bien y mal, de justicia y de castigo.
Tras ese enorme éxito de crítica y taquilla, Fincher filmó a continuación “The Game” (1997), que aborda la historia de un empresario de San Francisco (interpretado por Michael Douglas) tan hastiado de ‘tenerlo todo’ que recibe un extraño regalo de su hermano menor (Sean Penn): un intrigante juego de roles que literalmente se sale de control y le roba su vida entera. La película fracasó en taquilla pero fue elogiada por la crítica.
Fight Club, Panic Room, Zodiac y Benjamin Button
Para 1999 realiza “Fight Club”, adaptación cinematográfica de la gran novela de Chuck Palahniuk sobre un empleado de oficina insomne que funda un club dedicado a realizar peleas callejeras a puño limpio, estelarizada por Edward Norton, Brad Pitt y Helena Bonham-Carter. La película fue en principio un fiasco en taquilla y recibió críticas mixtas. Pero con el paso del tiempo se volvió una de las grandes cintas de culto del nuevo siglo.
En 2002, Fincher dirigió “Panic Room”, que fue exitosa en taquilla y mantuvo a nuestro director en el candelero: La historia narra el autoencierro de una madre soltera (Jodie Foster) y su hija (Kristen Stewart) en el cuarto secreto de su hogar, para escapar de unos criminales (Forest Whitaker, Dwight Yoakam y Jared Leto) obsesionados por hacer de éste el atraco de su vida. Es un clásico thriller de plaza sitiada, cumplidor y efectivo, sin llegar a ser brillante.
En 2007 Fincher regresó a la polémica con “Zodiac”, una adaptación del libro de Robert Graysmith sobre la investigación detrás del célebre asesino del zodiaco en California durante más de 20 años; protagonizada por Jake Gyllenhaal, Mark Ruffalo, Robert Downey Jr., Anthony Edwards y Brian Cox, la película fue aclamada por la crítica pero desdeñada por el gran público en Estados Unidos, si bien la taquilla mejoró en el resto del mundo.
“Zodiac” es una cinta monumental y meticulosa: es una película más bien de investigación y quasi documental sobre una indagación criminal sin final feliz y llena de tropiezos… Es de hecho el caso que abrió la necesidad de perfilar criminales seriales y volver federales sus pesquisas. Es también la historia de una celebridad macabra que estrictamente nunca fue atrapada ni llevada a la justicia.
“The Curious case of Benjamin Button” (2008) fue por su parte una lánguida y melancólica ‘historia de vida’, adaptada del cuento homónimo de F. Scott Fitzgerald. Es una de las películas más caras en su filmografía, debido en parte a los efectos para el envejecimiento del personaje estelarizado por Brad Pitt. Recibió 13 nominaciones al Oscar, incluyendo la primera de Fincher como mejor director y ganó tres estatuillas, aunque menores: dirección de arte, maquillaje y efectos visuales.
El Ciudadano Face, The Girl with the Dragon Tattoo y House of Cards
En 2010 Fincher realiza “The Social Network”, acerca de Mark Zuckerberg y la creación de Facebook. Con guion de Aaron Sorkin, adaptado del libro The Accidental Billionaires. Tuvo gran éxito de crítica y buena cosecha de premios, entre ellos cuatro Globos de Oro (incluido el de mejor película de drama, director, guión y banda sonora), tres premios BAFTA (incluyendo dirección) y tres Oscar (guión adaptado, música original y montaje).
Zuckerberg no es Hearst, y desde luego Fincher no es Welles, pero sorprende la resignación con que el corporativo Facebook se tomó el evento mediático que significó “The Social Network“.
Fincher dirigió después el remake hollywoodense de “The Girl with the Dragon Tattoo”, basada en la novela de Stieg Larsson. La película fue rodada en Suecia y estrenada el 21 de diciembre de 2011. Tuvo cinco nominaciones al Oscar (actriz por Rooney Mara, fotografía, edición de sonido, mezcla de sonido y la que ganó: montaje).
Fincher es productor ejecutivo de la serie de televisión de Netflix “House of Cards” y dirigió los dos primeros episodios. La serie ha sido muy bien recibida por la crítica y tuvo 9 nominaciones Emmy, incluyendo serie dramática y para Fincher dirección de serie dramática por el primer episodio, el cual ganó.
Gone Girl
Fincher dirigió entonces “Gone girl” (2014), adaptación de la novela de Gillian Flynn y poderoso thriller sobre un homicidio doméstico que crece a alturas insospechadas, hasta volverse una aguda disección del mundo moderno.
El energético trabajo de Fincher sorprende e ilumina cada paso de la trama, presentada en un curioso esquema de flashbacks y saltos concéntricos de planos, que contribuye a realzar el sentido de alta densidad de la historia.
Así, al nivel de la anécdota policiaca, como la primera capa de una cebolla, le corresponden sustratos más severos y profundos, como el desolador retrato del matrimonio y la familia, o la desmoralizadora estulticia de los medios modernos de comunicación.
Pero el filme nos tiene reservado en el tercer acto un giro aún más sorprendente y radical: No tiene final; suena fácil, pero es tremendo: ¡No tiene final! No, claro, el típico happy ending a lo Hollywood, pero tampoco ningún otro.
No un final devastador como el de su enorme “Se7en“, o uno anticlimático como el de su refinada “Zodiac“; ya no digamos uno poético y pseudo normalizador, como el de su bella y metafórica “Fight Club“. Aquí sólo nos queda la aterradora perspectiva de décadas de tortura o una escapatoria rápida y sangrienta; pero nos priva de saber cuál es ese desenlace, sólo podemos imaginarlo.
Como sólo los más grandes saben hacerlo (a lo Hitchcock en “Vertigo” o “The Birds”, o Polanski en “Chinatown”, o Scott en “Blade Runner” -director’s cut-, por mencionar algunos), Fincher nos deja la conclusión de la historia a nuestro criterio y, sobra decirlo, a nuestra entera responsabilidad.
Alberto Monroy. Citando a un clásico: “Estudió cómo cogen las ballenas en la Universidad del Congo; cumplirá 96 años el próximo verano”.