«LA HOGUERA DE LAS VANIDADES»: Mujer que sabe latín… Ni tiene marido, ni tiene buen fin - Mujer es Más -

«LA HOGUERA DE LAS VANIDADES»: Mujer que sabe latín… Ni tiene marido, ni tiene buen fin

¿Quién no ha escuchado alguna vez este refrán? Que suena chocante para los oídos femeninos y que nos reduce a las mujeres a un espacio en donde para tener una vida con marido y con un balance positivo, debemos conformarnos a no tener expectativas o deseos de adquirir conocimientos que vayan más allá de los indispensables para congraciarse con el sexo opuesto; refrán que por cierto busca alimentar el mito de que la mujer surgió como parte de la costilla de Adán, que por siglos ha sido referido para confirmar que la mujer sólo es un apéndice del hombre.

“Adán y Eva, según las creencias judía, cristiana y musulmana fueron los primeros seres humanos (hombre y mujer) que poblaron la Tierra. Según la Biblia y el Corán, Adán fue creado primero y Dios, al verlo solo, decidió que necesitaba una compañera que fue creada partiendo de una costilla del hombre”.

Pasan los años, cambian los siglos y el tema de los derechos de las mujeres y de la igualdad de género y hasta el del lugar que ocupa en este mundo o debiera ocupar la mujer, sigue siendo  un tema inacabado en la literatura y en la realidad misma, como si los mundos para el hombre y la mujer fueran dos que guardan grandes asimetrías.

Como lo escribiera alguna vez Simone de Beauvoir en su libro “El segundo Sexo”: los hechos, los mitos, los proletarios han hecho la revolución en Rusia; los negros en Haití, los indochinos se baten en Indochina; la acción de las mujeres no ha pasado nunca de una agitación simbólica, y no han ganado sino aquello que los hombres les han querido conceder; no han tomado nada, han recibido.

Es que ellas no tienen los medios concretos de agruparse en una unidad que se plantearía al oponerse; no tienen ni pasado, ni historia, ni religión propios y tampoco tienen como los proletarios una solidaridad de trabajo y de intereses. Viven dispersas entre los hombres, sujetas por el medio ambiente, el trabajo, los intereses económicos o la condición social, a ciertos hombres –padre o marido– más estrechamente que a las otras mujeres.

A través de la historia, vemos cómo se le ha pretendido definir a la mujer con limitantes. Aristóteles decía: “La hembra es hembra en virtud de cierta falta de cualidades”. Agregaba que se debiera considerar que el carácter de las mujeres padece de un defecto natural”. Y después de él, Santo Tomás decreta que: “La mujer es un hombre frustrado”, un ser “ocasional” y en la historia reciente, en el siglo pasado y en este mismo, nos topamos con definiciones como: el “viejerío”, “la lavadora con patas” y hasta “la señora de la casa”.

Como se refiere en “El segundo sexo”: Para entender y comprender a la mujer como a un ser humano, tal como es el hombre, es preciso tener presente que la historia del mundo ha sido dirigida y configurada por los hombres, pero la mujer no es la cosa del hombre, o de los hijos, o del esposo o de la casa, sino una igual al hombre en la lucha por la construcción de este mundo, y eso sí habría que festejarlo nacional e internacionalmente, cada día, no sólo  cada 8 de marzo. 

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De Memorias del Subdesarrollo a Memorias del desarrollo de  la sumisión

De El Jardinero Fiel a El Cabildero Fiel

De los hermanos caradura a los secretarios y candidatos caradura

Paloma Ruiz. Comunicóloga por la UNAM, con especialidad en Marketing por la Universidad de Berkeley. Ha combinado a lo largo de su vida profesional el análisis político en diversos medios de comunicación nacionales e internacionales, con el diseño de estrategias de comunicación y las relaciones públicas. Amante del mar y el buceo.

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