La historia de los desencuentros entre los medios de comunicación y Donald Trump es añeja. Sin embargo, uno de sus episodios más lamentables se registró el pasado 24 de febrero cuando los representantes de cadenas como CNN, de diarios como The New York Times y Los Angeles Times, así como del portal Politico, fueron excluidos de una sesión informativa del portavoz de la Casa Blanca, Sean Spicer.
Lo curioso es que a esa sesión se permitió el acceso a medios identificados como de tendencia “conservadora”, entre ellos Breitbart News, Fox, One America News o The Washington Times, y de las cadenas ABC, CBS, NBC, Bloomberg, Time y AP. Por cierto, estos dos últimos medios declinaron la invitación en solidaridad con los no convocados.
Sarah Murray, responsable de la cobertura de la información del presidente Donald Trump para CNN, explicó en un enlace: “Lo que la Casa Blanca hizo fue seleccionar a los medios que querían para esta sesión informativa; medios que quizás la Casa Blanca siente que son más favorables (…) Es desafortunado”.
La sesión informativa informal, conocida como gaggle, sustituyó al briefing o encuentro que tiene casi diariamente el portavoz presidencial con los medios y al que acuden reporteros, camarógrafos y fotógrafos en la sala de prensa James A. Brady.
La cadena CNN provocó la molestia del mandatario estadounidense, junto con el blg Buzzfeed, al ser de los primeros medios en divulgar que Rusia tenía información “comprometedora” sobre el magnate y una de sus visitas a Moscú.
Según Trump, las agencias de inteligencia de Estados Unidos filtraron a esos medios un dossier de 35 páginas con memorandos rusos fechados entre junio y diciembre de 2016, en los que se hace referencia a un video de carácter sexual grabado clandestinamente durante una visita que hizo el empresario a la capital rusa en 2013.
Este incidente se produjo casi en paralelo al discurso que ofreció el mandatario estadounidense en el marco de la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC), desarrollada en Washington, en el que refrendó sus ataques contra la prensa.
“No estoy en contra de los medios. No estoy en contra de la prensa. No me importan los malos reportajes si me los merezco, pero estoy en contra de las noticias falsas, estoy en contra de las personas que inventan historias y fuentes”, explotó.
Agregó que hay que enfrentar a los medios y a los reporteros que, según él, “maquillan las historias. Son muy listos y muy deshonestos, tenemos que combatirlos”.
Días antes, el viernes 18 de febrero, el inquilino de la Casa Blanca culminó la semana con una particular ofensiva contra la prensa. “Los medios con NOTICIAS FALSAS (el fallido The New York Times, NBC, ABC, CBS, CNN) no son mi enemigo, son el enemigo del pueblo estadounidense”[1], afirmó en un mensaje en su cuenta de Twitter.
El jueves previo, Trump encabezó una sorpresiva y caótica conferencia de prensa de casi hora y media de duración en la que se dedicó, sobre todo, a discutir y enfrentarse con algunos de los periodistas presentes.
“Muchos de los medios en Washington, junto con los de Nueva York y Los Ángeles en especial, no hablan para la gente, lo hacen para intereses especiales. La gente ya no les cree. Quizás yo tenga algo que ver en ello. No lo sé. Pero ya no les creen”, dijo.
Estas escenas convierten a Trump en un apóstol de la postverdad. Este término fue designado como la “palabra internacional del año” por el Oxford Dictionaries, la sociedad que edita el Diccionario de Oxford y “denota circunstancias en las que hechos objetivos son menos influyentes en la formación de la opinión pública que la apelación a emociones y a las creencias personales”.
En términos simples y llanos, ese concepto define una circunstancia en la que algo que aparenta ser verdad es más importante que la propia verdad. Un editorial de The Economist ya anticipaba: “Donald Trump es el máximo exponente de la política ‘posverdad’ (…) una confianza en afirmaciones que se ‘sienten verdad’ pero no se apoyan en la realidad”.
Y con el paso de las semanas, el magnate vuelto presidente ha confirmado esa teoría: gobierna desde Twitter con base en amenazas basadas en suposiciones más que en hechos. Un claro ejemplo es el muro en la frontera con nuestro país que fue una de sus banderas de campaña.
Según un documento al que tuvo acceso la agencia Reuters, el Departamento de Seguridad Interior solo ha identificado 20 millones de dólares que pueden ser redirigidos a la construcción de esa valla. Se calcula que el costo total del muro sería de 21 mil 600 millones de dólares. Esto significa que para que la obra sea una realidad, la Casa Blanca necesitará convencer al Congreso para que se destinen más fondos a este fin. Y no está fácil.
Un último apunte. La primera vez que un presidente se refirió al llamado “cuarto poder” como su enemigo fue en 1972. Richard Nixon utilizó ese término acosado por las revelaciones en la prensa sobre el caso Watergate. Ese escándalo provocaría su dimisión dos años más tarde. Con tantos frentes abiertos por Trump, ¿la historia se repetirá?
[1]https://twitter.com/realDonaldTrump/status/832708293516632065?ref_src=twsrc%5Etfw
Hannia Novell. Licenciada en Ciencias de la Comunicación, realizó estudios en Periodismo, Literatura y Seguridad Nacional en diversas instituciones como la Universidad Iberoamericana, el Centro de Comunicación, Radio Educación y el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM). Especialidad en corresponsalía de guerra en La Universidad de Jerusalem (Israel) y una especialidad en comunicación política en George Washington University. Titular del noticiario estelar de Proyecto 40 en su edición nocturna.