La lucha de millones de mujeres ha sido incansable desde hace más de 100 años; hay logros, pero incuantificables retos.
Han pasado 42 años, desde que la ONU instituyó el 8 de marzo como Día Internacional de la Mujer y los mismos 42 años de escuchar buenos deseos, muchos discursos y pocas acciones.
Cuatro décadas de felicitaciones, cuando es lo que menos necesitamos. Por qué no mejor hechos, respaldo visible contra las calamidades que enfrenta la mujer en México, una lucha que luce interminable. Ahí le van unos cuantos botones.
Según el Observatorio Ciudadano Nacional de Feminicidio, en México siete mujeres son asesinadas al día. Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad aporta una cifra escandalosa: en los últimos cuatro años, han sido asesinadas 10 mil mujeres en el país; violencia y odio deliberado por la condición de ser mujer.
Diez años después de haber estado injustamente encarceladas Jacinta, Alberta y Teresa, tres mujeres indígenas. recibieron disculpas públicas por parte del Estado por haberlas acusado de un delito que jamás cometieron. Su principal obstáculo fue ser pobres, indígenas y mujeres.
En Chiapas, cuatro mujeres han ganado puestos de elección popular en las urnas, pero los han perdido frente a un machismo enardecido y cegado por “los usos y costumbres”. Rosa Pérez, María Gloria Gómez Sánchez, Fabiola Vázquez Ortiz y Olga Gómez han entregado por la fuerza sus triunfos a hombres que las presionaron, humillaron y amenazaron. El principal impedimento: una sociedad que no acepta ni quiere reconocer los derechos políticos de una mujer.
Pero no sólo en comunidades indígenas ocurre esa cerrazón. Ocho diputadas federales fueron elegidas para simular que se cumplía la violentada “cuota de género” que exige el COFIPE, una vez que ganaron su curul, renunciaron para que sus suplentes, hombres (amigos, esposos y/o familiares) los ocuparan. Manipuladas, se merecieron el mote de “Juanitas”, en memoria de aquel personaje que renunciaría en favor de Clara Brugada.
Hace unos días en el Parlamento Infantil realizado en el Congreso de la Unión, una pequeña de 11 años pidió en “tribuna” no permitir que las mujeres sean intercambiadas como mercancía. En pleno siglo XXI, existen comunidades en las que el papá entrega a su hija menor de edad a cambio de un animal o por dinero. Principal inconveniente ser mujeres.
En un foro sobre “La Paridad y la Violencia de Género en el Ejercicio de los Derechos Políticos de las Mujeres”, Juan Manuel Sánchez Macías, magistrado de la Sala Regional el TEPJF de Xalapa, aseguró que estaba bien que las mujeres ocuparan cargos importantes, pero por su capacidad no por “estar bien buenas” o “tener unas nalgas exquisitas”. Principal traba: ser mujeres.
En un reciente video viralizado en las redes sociales se observa y se escucha cómo un profesor de la prepa 10 exhibe su machismo y denigra a la mujer. Cuenta cómo trata a su pareja cuando llega a casa y no está hecha la cena, y cómo la obliga a tener relaciones sexuales.
La agresión es más violenta. El desdén ha aumentado. El maltrato persiste. El odio contra la mujer no se detiene. La búsqueda de igualdad y la no discriminación ha sido complicada y las pocas posibilidades se abren a cuentagotas.
Hablan y hablan del empoderamiento de la mujer y sí ocurre, pero no se nota. Ocurre en casos aislados y con sangre, sudor y lágrimas.
Este año, la ONU estableció como tema: “Las mujeres en un mundo laboral en transformación: hacia un planeta 50-50: 2030”.
Retos añejos: que todas las niñas y niños terminen educación básica, gratuita, equitativa y de calidad; terminar con todas las formas de discriminación contra las mujeres y niñas en todo el mundo; eliminar toda forma de violencia contra las mujeres y niñas en los ámbitos público y privado, incluida la trata y explotación sexual; eliminar todas las prácticas nocivas, como el matrimonio infantil, precoz y forzado y la mutilación genital femenina.
Repito: retos añejos que no han podido ser superados.
Sí queremos felicitaciones, pero también llegar a la conmemoración número 43 con más resultados y sin el mismo discurso de siempre.