Todavía no concluyen sus encargos como gobernadores y sin entregar buenas cuentas ya levantaron la mano para participar en elecciones presidenciales.
Mal termina el que mal empieza, dicen por ahí. Y así parece que le irá al 2017. Año difícil, sin duda. En el país vecino llegó al poder un hombre que con su odio a los mexicanos tiene asustados a nuestros connacionales migrantes y pasmado a nuestro gobierno.
Por un lado, las aberrantes acciones de Trump y por el otro nuestras siempre eternas y candentes batallas electorales. La carrera política de los partidos que arrancó hace tiempo, pero que este año pisan el acelerador. En junio habrá tres elecciones para gobernador Nayarit, Coahuila y Estado de México. En Veracruz se renovarán ayuntamientos. Y el 2018 la presidencial.
Todos, en los tres niveles de gobierno, federal, estatal y municipal, están preocupados y ocupados en ello. Ni se diga de los partidos políticos, senadores, diputados, gobernadores, secretarios de estado, todos operando en función de las elecciones que vendrán.
El Estado de México y Coahuila son dos de las cinco entidades del país en las que jamás ha habido alternancia, siempre ha gobernado el PRI (Hidalgo, Colima y Campeche son las otras tres), por lo que harán “todo” y con toda la maquinaria para mantener lo poco que les queda. Con el agregado de que el Estado de México es tierra del Presidente Enrique Peña Nieto. Mejor perder la presidencia que ese estado, dicen algunos.
Los denostados legisladores en el Congreso de la Unión no mueven un dedo de más. Se toman decisiones en beneficio de sus partidos, no arriesgarán nada para no perder votos. Saben que el electorado está harto y es cada vez menos participativo. Cualquier error podría tener un gravísimo costo electoral. Y si no acuérdense de las bodas entre parejas del mismo sexo o del “gasolinazo”.
Los tiempos anticipados de la carrera por el 2018 ya abrieron las puertas a la guerra “sucia” entre partidos y candidatos, el lodazal al que nos tienen acostumbrados en cada elección. Acusaciones infundadas, espionaje telefónico, señalamientos descontextualizados, revivir los errores del pasado, sacar los muertos del closet, fuego amigo, gastos onerosos en campañas, promesas y más promesas. Porque así es la política en nuestro país.
Las encuestadoras a quienes ya no se les cree por sus fallidas previsiones en los últimos años, ubican al PRI en tercer lugar. ¿Puro descontento social?
En el Estado de México ¿alguna de las dos mujeres, la panista Josefina Vázquez Mota o la morenista Delfina Gómez, terminará con la hegemonía tricolor? ¿Será el preludio de lo que pudiera ocurrir en la contienda presidencial?
Lo que vendrá camino al 2018, traerá de todo y con todo.
Aún es pronto pero ya hay mucho ruido. Los que llevan años en campaña; los que renunciaron a sus pensiones vitalicias; los que se hicieron a un lado de sus partidos; los que aprovecharon la vorágine contra los inmigrantes y buscaron la foto; los que se hicieron notar con giras internacionales y dando cátedras en inglés; los que se placean por los estados; los que pintaban y se esfumaron; los que vieron el barco hundirse y saltaron; los que renacieron; los oportunistas; los que apoyan al de otro partido, pero siguen cobrando en el que los formó. Esos y los que nos faltan por ver.
También ex gobernadores y gobernadores ya dijeron que sí. Como si tuvieran la mínima posibilidad después de ver lo que hicieron y lo que han hecho. Con estados endeudados, sumidos en la inseguridad y con promesas incumplidas, pero ya tienen como nueva meta buscar la presidencia de la República.
Jaime Rodríguez “El Bronco” de Nuevo León; Silvano Aureoles de Michoacán; Rafael Moreno Valle, ex gobernador de Puebla; Graco Ramírez, de Morelos o el jefe de Gobierno de la Ciudad de México, Miguel Ángel Mancera. ¿Creerán realmente que tienen posibilidades?
Ya le digo, es muy temprano y hay muchos que quieren. La lista de los “independientes” también crece, apenas el fin de semana Emilio Álvarez Icaza lanzó su iniciativa colectiva “Ahora” en busca de la Presidencia de la República.
Esperemos, a ver quiénes logran salir bien librados de lo que se avecina. Y ojalá haya uno que nos llene el ojo. Porque como van las cosas, elegir al menos malo, sería la peor opción.