Miles de mexicanas han comenzado a salir de Estados Unidos antes de ser separados de sus familias.
Parecería que aún no dimensionamos los embates que sufren millones de mexicanos, luego de la grotesca, xenófoba, amenazante y ruin política migratoria de Donald Trump.
Las discriminatorias declaraciones de ese deleznable presidente, sólo han sido un pretexto más para que la población de ese país descalifique, maltrate y humille aún más a millones de indocumentados que durante años han trabajado honradamente en aquel país.
Muchos de ellos, sobre todo lo más cercanos a Trump, exhiben su doble moral. Por un lado lo apoyan y celebran la construcción de un muro en la frontera, para que no pasen más indocumentados. Pero por el otro, no dicen nada de la salida de armas de su país –de esa misma frontera– con las que el crimen organizado ha matado a miles en México.
Trump ha provocado pánico entre las miles de familias que dejaron México en busca de alguna oportunidad que acá nunca tuvieron.
Hace unos días conocí a Alberto, a su esposa y a sus tres hijos. Abandonaron Carolina del Norte. Asustados, indignados, insultados y amenazados. A ellos no los habían deportado aún, pero ante las frecuentes amenazas, persecuciones y señalamientos de las últimas semanas, decidieron regresar a México.
El acoso desatado contra los migrantes y sus hijos, alejó de la escuela a los tres pequeños de nueve, siete y cinco años. Aunque nacieron allá y tienen la nacionalidad estadounidense, siempre fueron de acá. Hoy ya están en Veracruz.
Sólo una historia. Difícil. Llegan sin nada, a comenzar de nuevo, a buscar empleo, a vivir y comer lo que se pueda, porque todo se quedó allá, con el familiar que se casó con una “gringa” y ya tiene papeles.
Alberto prefirió sacar a sus hijos antes de que los separaran. ¿Quién se iba a hacer cargo de ellos en caso de ser repatriado junto con su esposa?
La gran pregunta para el gobierno mexicano es ¿qué harán con los millones que regresarán o serán deportados? En eso hay que ocuparse ahora. Empleo, hogar, educación, lo principal. ¿Sabrán qué hacer? ¿O también siguen sorprendidos con las medidas que ya se están ejecutando?
Aunque durante el gobierno de Barack Obama fueron deportados casi tres millones de mexicanos, las redadas y las formas de Trump,han comenzado con una intensidad que preocupa y asusta.
Será por eso que ya se han ocupado algunos “oportunistas”. Ya aprovecharon el momento para la foto. Han visitado a los connacionales en Estados Unidos para ofrecerles su apoyo. En tiempos electorales cualquier reflector es bueno, aunque nunca se habían preocupado por ellos.
Insisto, no hemos dimensionado lo que viene acá, ni lo que padecen nuestros connacionales en los Estados Unidos. Tan no lo hemos visualizado que quizá por eso no salimos a las calles a manifestar nuestro repudio a Trump y a exigirle al presidente Enrique Peña Nieto acciones verdaderas, no discursos. Una manifestación por sí sola no resuelve los problemas, pero sin duda es una señal de apoyo, de solidaridad y de unidad entre los mexicanos. En la espera de otra marcha, donde protagonistas y oportunistas no empañen, ni saboteen una manifestación ciudadana.