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«VÍA LIBRE»: Los amigos heteros

Los amigos bugas son leales, compartidos y muy solidarios. 

Sin duda, son los mejores amigos del mundo. Los heterosexuales que se dan la libertad de tener amigos homosexuales son gente con una mentalidad fuera de serie, definida y sin prejuicios.

 

Mientras más elevada es la preparación académica, es más libre la interacción con la gente gay. Esto no resta que personas con escasos conocimientos, también tengan una sensibilidad latente y a favor de los que aman y, más que nada, respetan.

 

Los amigos bugas son leales, compartidos y muy solidarios. Se involucran en nuestras vidas y nos cuidan mucho. Siempre hay un consejo oportuno y una mano amiga. Un abrazo a tiempo cura muchos dolores que a veces carga el corazón.

 

Son amigos desinteresados y que sólo buscan que sus amigos gays sean felices y que estén tranquilos. Entienden la dinámica de nuestra vida y no se achicopalan por nada. Nos aguantan la parranda, bailan con nosotros, echan trago hasta que amanece, conocen de nuestros gustos musicales y nunca se rajan.

 

Sus familias nos conocen y nos dan un lugar especial por ser amigos de sus hijos. Nos confían sus problemas y ‘se abren de capa’ cuando es necesario.

 

A sus hijos los educan a llamarnos ‘tíos’ y, en otros casos, invitan a los amigos homosexuales a apadrinar a sus chamacos. No desconfían de nosotros. Nunca.

 

Cuando hay una pena por amor, siempre están al lado y aunque no digan nada, su presencia es más que suficiente. No hacen muchas preguntas. Pero ahí están.

 

Cuando es necesario el jalón de orejas, lo aplican sin remordimientos, porque “es por tu bien”, aclaran.

 

Si van a los antros gays, se integran y la pasan de lujo divirtiéndose al parejo con el “loquerío”. No juzgan.

 

En mi etapa de preparatoria, conocí a muy buenos cuates bugas y a los que conservo al paso de los años.

 

En la Universidad, encontré a muchos comprometidos con la lucha social de los homosexuales, el apoyo y la palabra para combatir hombro con hombro y siempre ‘al pie del cañón’.

 

La vida también me dio amigos de la colonia, de la cuadra, de fiestas espontáneas que aún siguen siendo mis ‘compas’, mis ‘cuadernos’, mis compadres.

 

El camino de la gente homosexual no siempre es sencillo, pero acompañados de este tipo de gente, el trayecto se hace más placentero y confiable.

 

Qué bueno que existen en nuestras vidas y que nos regalan su afecto incondicional. Siempre.

 

Si el destino me diera la oportunidad de volver a escoger a mis amistades heterosexuales —hombres y mujeres—, no dudaría en elegir a los que llegaron a mi vida. 

 

Sumado a eso, agregaría a las generaciones que vienen empujando fuerte y que han sido formados por este tipo de personas abiertas, fieles a los principios de la amistad.

 

Dicen que la familia no se escoge; yo soy muy feliz con la mía; pero con la familia putativa que ha aparecido en mi vida, estoy más que agradecido.

 

Dicen que la sangre te hace pariente, pero la lealtad te hace familia.

 

¡Salud por mis amigos bugas y que la vida me los conserve siempre muy cerca!

 

Raúl Piña es egresado de Ciencias de la Comunicación (UNAM). Extrovertido, el mejor contador de chistes y amante de las conversaciones largas. Fiel a su familia, de la que adopta honor, valor y mucho corazón. Vive en Toronto, Canadá, desde hace 20 años, pero sus raíces sin duda son 100% mexicanas. Escribe como le nace y como dijo Ana Karenina: “Ha tratado de vivir su vida sin herir a  nadie”. 

 

 

 

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